No os voy a mentir. A penas me acordaría de la existencia de 'Mujeres y Hombres y Viceversa' si no fuera por el significado 'Chonis y Canis y Viceversa' del que siempre ha tenido fama.
Sin embargo, los cambios de presentador, dinámica y la nueva manera espontánea de afrontar este formato tan cascado, me han hecho sentarme frente al televisor con gusto más allá de hacerlo por trabajo. Y es que el reality del cancaneo amoroso ha ganado mucho en estos últimos meses.
¿Las claves? Pues más allá de las tablas indiscutibles de Jesús Vázquez, que de vez en cuando nos sorprende con alguna confesión (como la de los fiestones con tacones y pelucas que se montaba en casa como versión light healthy de los de Rafael Amargo) y de una deslenguada a la par que siempre acertadísima Nagore Robles, que rompe los esquemas a los viceversos que se creen que por ser guapos lo tienen todo solucionado en la vida, los nuevos tronistas son perfectos por su frescura para volver a poner en valor este programa que, poco a poco, se estaba diluyendo.
Si hay alguien capaz de levantar a 'MyHyV' del 4% de share del que apenas pasan cada mañana, ese es Jorge Javier Vázquez, sin duda alguna. Un personaje famoso por encima de sus posibilidades, cachondo en todos los sentidos de la palabra, sincero como unas mallas de leopardo amoldables (delatadoras) en todo tipo de cuerpos y, sobre todo, gay.
Era imprescindible que un formato de Mediaset acogiera por fin el amor (o el intento de ello) entre dos personas del mismo sexo. Telecinco es, ha sido y siempre será el epicentro de la homosexualidad en los medios de comunicación. Antes de que llegara 'Veneno', llegó Cristina Ortiz 'La Veneno' a sus estudios en el late night de Pepe Navarro, no lo olviden.
La gente pedía a gritos un 'date show' con personas que no fueran de usar y tirar (como los de 'First Dates') que representaran a este significativo porcentaje de la sociedad (y de su audiencia), tal y como ya lo está haciendo el presentador de 'Sálvame' con los muchachos a los que deja ser sus pretendientes.
Pero JorgeJa no va a estar eternamente (muy a su pesar) conociendo tíos buenorros en Cuatro cada mañanas: tendrá citas médicas, que pasear a sus perros, ver a su exjefa Ana Rosa... Digo yo, vamos.
Por eso, es necesario afianzar a esa audiencia que, dale tiempo, irá reincorporándose de nuevo al formato que, por desgracia, trajo a personajes como Rafa Mora al mundo. ¡Y todo gracias a dar visibilidad a las personas LGTBI+ como seres humanos normales que también quieren enamorarse! Tampoco era tan difícil entenderlo...
Por eso, os voy a explicar los seis motivos por los que creo que Iván Díaz y Julen de la Guerra son los tronistas perfectos para que no nos quedemos en la puerta y pasemos a ver cada mañana 'Mujeres y Hombres y Viceversa', siempre y cuando haya más tronos gays post-Jorge Javier, claro.
1. Son guapos, pero sólo lo necesario
Me parece importante y relevante que, aparte de que los/las jóvenes protagonistas del programa sean reales, que los tronistas se vean en el espejo y no se produzca ninguna reacción fisiológica en sus partes bajas de lo mucho que se ponen a sí mismos. Narciso ya tuvo su momento.
Julen e Iván han demostrado durante sus tronos que se puede ser atractivo y no ser un flipao, no están más encantados de haberse conocido que de conocer a nuevas chicas en las citas. ¡Puede haber un espejo sin que estén todo el rato mirando si tienen bien colocados los pelocos!
Díaz y de la Guerra cuentan con todos sus dientes (se ve que no se han metido en muchas peleas), están de buen ver, tienen un rollito de ídolos del mojabraguismo adolescente al más puro estilo 'One Direction' made in Spain y no de concurso anual veraniego de culturismo canorro patrocinado por 'InSide' con una shisha de fresa-plátano como premio. Me entendéis, ¿verdad?
2. Llevan ropa de su talla (e incluso bonita)
Después de sufrir desde casa los estilismos de Diego en esta tercerda edición de 'La Isla de las Fornicaciones', con esos dos pendientitos de zirconita blanca (el de la izquierda, de la colección de Anabel Pantoja, el de la derecha, de la de Belén Esteban) y descubrir que no se viste, sino que hace bodypainting (no había tallas más chicas en la tienda), me parece muy de valorar que Julen e Iván lleven ropa que no sea talla PollyPocket... Incluso hay veces que llevan la ropa ancha, ¡a lo loco!
Además, hay que destacar su preocupación por el medio ambiente, ya que no se echan cuarenta kilos de laca. De hecho, se rumorea que Greta Thunberg quiere ir a pretender a Julen. No sé si ha avanzado tanto el programa como para acogerla, la verdad...
Todo un detalle, también, que Iván y su compi de los niños de San Ildefonso telecinquero beban Colacaos normales para desayunar, sin aminoácidos... Como mucho, el 'Turbo' con la baticao para desayunar, pero nada de dopajes ni anabolizantes.
3. Tienen educación
Hasta ahora, me hubiera conformado con que supieran cuánto es 7x7 o el nombre de las tres pintas de Cristobal Colón sin que hicieran el chiste fácil de 'yo las únicas pintas que conozco son las que me bebo en la playa', sin embargo, hoy puedo decir sin miedo a equivocarme que los valores demostrados por Iván y Julen son un punto de inflexión, hemos pasado de los ONVRES a los HOMBRES en 'MyHyV'.
Ambos han demostrado en estos últimos programas que son capaces de mantener un intercambio de impresiones con los colaboradores sin tocarse los genitales de forma despectiva o soltar un 'Buajajaj me río en tu cara, payaso/a'. Vaya, te digo yo que a estos dos le ofrecen ponerse la vacuna china como a las infantas y dicen que no por respeto. ¡Si es que son dos trozos de pan!
Digo más, ellos son de la vieja escuela de meter los zascas con cariño y sin meter ochenta laísmos por frase, como este legendario disparo con amor de Julen a Oriana.
Iván ha puesto sobre la mesa cierto pique con Nagore Robles por la caña que le mete. La mejor colaboradora de la televisión (no lo digo yo, lo dice un estudio de la Universidad de Meloacabodeinventarchussets) ha acusado al tronista novato de ser muy cabezota e intransigente en varias ocasiones.
Díaz, de vez en cuando, le suelta un comentario ácido, pero sin tensiones ni rencores, un respeto bastante asintomático hasta la fecha en ese plató de tonos azules y morados. Al menos no tanta como en las sábanas de las camas de los hoteles recién hechas.
4. Ven a las pretendientas como lo que son: sus iguales
Es verdad que el programa da cierta ventaja, estatus o situación de poder, a los tronistas frente a sus pretendientes/as, tanto como si son ellos o ellas los que ocupan los dos sillones robados del Burger King del centro comercial de al lado.
Sin embargo, el machirulismo de algunos había hecho especialmente repugnante algunas actitudes hacia sus pretendientas de supremacía, muy lejos del sano "ven y atrévete, sedúceme, soy lo mejor que va a pasarte" que proponía Chenoa en uno de sus temazos.
Pero Julen e Iván han recibido asertivamente la propuesta del programa de darle también la oportunidad a las pretendientas de tener citas con el otro tronista en cuestión, para así afinar mejor su elección del HOMBRE (#NoAlosOnvres) al que quieren conquistar en el reality. Más o menos, como ir a la jornada de puertas abiertas de universidades antes de la selectividad, pero en el amor.
El hecho de que los tronistas y las pretendientas vivan juntos en la misma casa (con una horaza sin cámaras en 'MitelePlus') también ha dado la oportunidad a que veamos cómo todos conviven en armonía, sin comportamientos reprochables, tal y como ya sucedía durante los tronos de Álex Bernardos e Isaac.
5. Saben llorar y reírse... ¡No van de tíos duros!
Es verdad que hay un puntito de languidez en ellos, no todo iba a ser buenos. Sin embargo, que no sean dos 'Unga-unga, furbo, tetas' beneficia mucho a que podamos ver a Julen y a Iván reírse, llorar como magdalenas (muffins en sus casos, que son más bonitos) y ser naturales en las citas con sus pretendientas.
Julen tuvo que ganarse el trono rapeando y vestido de caballero de la corte de la Casa Tyrrell, sin ningún tipo de reparo, y eso que su rival Álvaro iba disfrazado de galán Romeosantosiano para seducirlas a todas. Eso es como llegar a una entrevista de trabajo y ver que todos tienen el C1 de inglés menos tú... ¡Tiene más mérito si te llevas el puesto!
También hemos visto a Iván hacer el tonto (a su manera) por Carmen, tronista a la que pretendió previamente. Aunque, a ser justos, no hay nada que supere los míticos desfiles de la época dorada viceversa con Jesús Reyes tirándose de los pelos con ellas y haciéndosele la pichilla Coca-cola por ellos.
Además, Julen de la Guerra e Iván Díaz nos han mostrado que no sólo es que no parecen tíos duros, sino que tampoco lo son. Es más, son tan blanditos que serían capaces de regalar el corazón de su Phoskito (el que se estuvieran comiendo) a cualquiera de sus pretendientas... ¡Eso sí que es amor!
Son de la escuela de Hugo Pérez de 'La Isla de las Tentaciones', unos Bustamantes millennials (bueno, igual me he pasado, tampoco son tan llorones). Pero sí que son sensibles, ¡eh! Capaces son de haber conseguido que Sandra Barneda no vea cada mañana a su chica... ¡Con la de llantinas a moco tendido que se da en su programa ya tiene suficiente!
6. No hacen la pelota a Jorge Javier (ya, si eso, el año que viene para 'Supervivientes')
Ahora JorgeJa es uno más de los tronistas, que son como los 'Back street boys' de Despeñaperros. Tanto Julen como Iván han estado muy receptivos a dar y recibir consejos del presentador, al que parece por cierto que Shrek le ha estornudado en la cabeza, pero sin caer en fanatismos chupaculistas, como los fans y adeptos de 'El Pantopalmar de Cantora', ni ansias de forzar ser el Tom Brusse 2.0 de su vida.
La verdad es que no sé si sus currículums han superado las tres líneas que solían componer los del resto de viceversos o si son de esos cateters que sortean Airpods marca 'Pepe' en su Instagram para ganar seguidores.
Lo que sí sé es que los tronos de Julen, Iván y Jorge Javier están encauzándose llegando a ser, incluso, prometedores en este programa del que me acabo de hacer experto. Yo que vosotros estaría pendiente, sobre todo por ver las caras que se le quedan a los pretendientes que Jorge Fucker Vázquez rechaza (el 97% de los casos).
¿Alguna pega?
Pues mira, sí, muchísimas. Pero me voy a focalizar en dos muy claras. Para empezar, si la duración del programa va a ser tan limitada (apenas una hora con anuncios), deberían apostar más por los contenidos propios y dejarse de historias de 'La Isla de las Filtraciones', Aurah MeImportaUnRábano Ruiz y todos esos contenidos con los que la mítica Mari Ganchillo ya hubiera infartado.
Y es que parece que el programa se ha convertido en un cajón de sastre (y desastre) donde colocar todo lo salseoso, pero no tanto como para meterlo en un 'Deluxe'. Si no lo quieren la Patiño y compañía por algo será, ¿no? Este intento de ser el 'Sálvame' de los NiNis no me convence, lo siento.
Por otro lado, se echa de menos a los ganchos, esos 'Whos' (personas que no conocen ni en su casa a la hora de comer) con muy poca vergüenza que le hacían la existencia un poquito más complicada a tronistas y pretendientes. Yo soy partidario del hater a la cara, no en redes. Gracias.
Una forma divertida de, quizás, no sólo generar tanto cancaneo interno que no hiciera falta meter del externo del que ya me he quejado, sino también de descubrir caras nuevas (ejem, ejem) aparte de las dinamizadoras de siempre, también muy necesarias (Belén Ro, María Jesús Ruiz, Iván González...)