Este chavalín descamisado, que parece que acaba de volver de un after o de estar en una terracita de Torremolinos comiendo platos a precio de guiri (o lo que es lo mismo, de oro), llamado Tom Brusse ha agotado su paciencia. ¡Y no es que esté estresado por llevar casi una semana siendo fiel! Sino porque le ha salido un nuevo íntimo mejor enemigo: Alejandro Albalá.
Parece que el exnovio de Sofía Suescun e Isa Pi , como churri oficial de las famosas, viene con el pack completo de cuñado de manual bajo el brazo. Y es que Albalá ha sacado de sus casillas a Tom con sus comentarios de licenciado de la Universidad de la Calle y su Master homologado en 'Maestro Liendre'.
"Está bien de tus consejos, pero yo sé lo que estoy haciendo. Te estoy diciendo que con este palo lo puedo hacer mejor", se ha quejado Tom Brusse como electricista experto del fuego de la isla con la misma serenidad y seguridad en su trabajo con la que Joseba de Carglass te arregla una luna.
"Tranquilidad, no te pongas nervioso", le ha repetido con chulería Alejandro en varias ocasiones acogiéndose a una de las máximas con la que los españoles nos dirigimos a los que no tienen el castellano como primera lengua (la otra es hablarles a velocidad de bus turístico, más lento que un campeonato de ajedrez).
Tom, con su verborrea de político del Parlamento Europeo, le ha recriminado a Albalá su actitud con él ya que, según el de Marrakech, Alejandro siempre ha puesto "la puntillita" a todo lo que él intentaba hacer.
"Estoy hasta los cojones de tus comentarios, ¿me entiendes? Si no tienes nada que ver con el fuego, vete a otro lado", le ordenaba Brusse luciendo su bañador con dibujitos de la última colección del Massimo Dutti.
Con actitud de 'me enfado y me convierto en piña', Alejandro Albalá ha acudido al resto de sus compañeros para demostrarles lo tranquilo que estaba afilando una caña de bambú con un machete kilométrico y usando la energía cinética de la rabia como principal motor:
"Si se ha levantado con el pie izquierdo que lo pague con quien quiera, pero conmigo no, que conmigo no la pague", continuaba más obstinado con el palo que el niño del anuncio.