Tamara Falcó e Íñigo Onieva se han pasado de la raya. Querían una boda de cuento, una celebración única que fuera recordada por los siglos de los siglos, pero ni siquiera ellos, forrados hasta la médula, pueden alcanzar la perfección. Al parecer, la marquesita y su chorbo necesitan recortar gastos y aumentar facturación. Semejante bodorrio les sale por un pico y no están dispuestos a renunciar a sus rutinas de lujo.
La vida de Íñigo y Tamara parece de película. Todo el día de restaurante en restaurante y de evento en evento. Viajan a lugares paradisiacos, visten los mejores trapitos y cobran auténticos pastizales por publicitar grandes marcas. Y sí, tienen dinero por un tubo, pero nada es suficiente cuando los gastos sobrepasan los ingresos.
Y eso es precisamente lo que les pasa. La boda, pese a tenerla vendida en la revista del saludo, les sale por un ojo de la cara. Tal y como publica Informalia, se han visto obligados a reducir invitados y prescindir de varios caprichos. Además, Falcó se ha puesto a hacer publicidad sin para a través de sus redes. Necesita llenarse la buchaca a la mayor velocidad posible, y sus seguidores se han percatado de ello.
En lso últimos días, los mensajes para Tamy se han multiplicado en Intagram: "Te deseo que factures bien, aunque desde que empezó esta pesadilla ha facturado hasta Jacinta (la perra)", "Este Instagram ha quedado para ser la teletienda de Villa Meona y la publicidad de unos cuantos mangantes de criptomonedas", "Esto no es su perfil es una tienda online, ahora vende cremajos y joyas", "Hoy toca publicidad de baratijas, top manta"...
Foto: Gtres