Ayer 27 de septiembre la letra 'H' dejó de ser muda para significar gritos de alegría y jolgorio tras el "¡Sí!" pletórico de Roberto Leal. La bilbaína Sofía Álvarez se hizo con el bote de 'Pasapalabra' tras acertar el "apellido del compositor autor de la banda sonora de la película El hombre que vendió su alma". Un alma que le va a costar a Antena 3 los 466.000 euros calentitos que se ha ganado su concursante estrella tras citar a "Hermman" en un ajustadísimo empate con Marco Antonio, su oponente, que se quedó a tan solo una palabra (que también sabía su compañera) de hacerse con el mismo premio.
Pero no solo comienza por la letra 'H' la gloria de Sofía, sino también su nueva pesadilla: Hacienda. Tras haberse tirado noches y noches sin dormir estudiando, tal y como contaron sus hijos cuando los llamaron para comunicarles la gran noticia, la psiquiatra vasca deberá reflejar con todo el dolor de su corazón la cifra obtenida en el próximo ejercicio (el único más duro que los cuadernillos que ponían los profes en verano) de la declaración de la renta.
El premio del bote de 'Pasapalabra' aparecerá en la base imponible general como una ganancia patrimonial... ¡Ni que fuera heredera de Paquirri! Hablando en plata (nunca mejor dicho), Sofía Álvarez (que si quisiera, con esa pasta, podría adueñarse del museo que lleva su nombre) deberá pagar a la Agencia Tributaria el 49% del total del premio, lo que vienen siendo unos 213.000 euros de los 466.000 euracos que se ha ganado ella solita estudiándose todos los diccionarios, enciclopedias y Wikipedias habidas y por haber, además de aguantando a los famosos invitados semana tras semana (que eso no está pagado).
Así que la pobre (es una forma de hablar, porque para pobres ya estamos los demás) de Sofía podrá disfrutar de 253.000 euros tras sus tres meses de concurso... Que a ver, también os digo que, teniendo esa capacidad de empollona de clase, más de 84.000 euros al mes por estudiar tampoco está nada mal. ¡Que María Jesús Montero invite a chupitos a toda España para celebrarlo y nos olvidamos de ese 49%! ¡Tampoco pedimos tanto!