Aunque lleva una eternidad viviendo de cotorreo en televisión, Belén Esteban también tiene un pasado. La exitosa colaboradora de 'Sálvame' se ha hecho de oro rajando de lo lindo en la caja tonta, pero antes de darse a conocer, trabajó como cualquier otro mortal. Cobraba una miseria, hacía turnos de ocho horas y fue Jesulín, el torero al que después puso a caldo, quien le cambió la vida.
Belén era una muchacha normal y corriente. No tenía formación alguna y, cuando cumplió la edad necesaria para poder trabajar, no se le cayeron los anillos. Tenía claro que debía ganarse la vida de una manera u otra, y optó por las tareas del hogar y el currele de camarera: "Había trabajado cuidando niños, planchando, limpiando casas... Trabajé hasta en un McDonald's", relata en su entrevista para El Mundo.
En aquel momento, cuando creía estar destinada a ser una mileurista más, Jesulín llegó a su vida: "Yo me estaba formando para ser auxiliar de clínica... Eso lo sabe muy poca gente, pero luego tuve la relación con Jesús y la vida me cambió", asegura.
Mantuvo un idilio con el torero, se quedó embarazada y después llegó el polémico divorcio. Una separación que ocupó horas y horas de televisión. Aquello fue la comidilla de todos los programas, y el motivo principal no era otro que el éxito de Belén en pantalla. Era una mujer natural, sincera y de pueblo. La sociedad se identificó con ella y entonces surgió el apodo: "El nombre me lo puso la gente, no yo, pero todavía siento el cariño del público y me siento esa princesa".
Fotos: Telecinco