Lola es en esta tercerda edición de 'La Isla de las Tentaciones' como los Javis en los talents shows: está en todos los fregaos. Tras el distanciamiento de la amante perruna con su amiga Lucía por el dedo dedoncio y el mejunje Art Attack que soltó con Carlos en presencia de la gaditana, la novia de Diego ha vuelto a provocar (indirectamente) un enfrentamiento dentro de Villa Maravilla.
La exviceversa se siente más marginada que un bolso auténtico en un mercadillo desde su affaire con Carlos y su pifostio vaticano con Simone. Por eso, en una de las fiestas, Lola decidió tener una conversación de las de salirse a fumar de la discoteca con Rubén, asistencia psicológica 24 horas gracias a su título de la Universidad del Cuñaísmo.
Al día siguiente, y conocedora de que Rubén y Lola son más odiados en la casa que los gastos de envío, Marina quiso romper una lanza a favor de su compañera para cortar de raíz el mal rollo que se respiraba. ¡Ni que fueran Aída Nízar y Carlos Lozano!
“Aquí ninguno somos santos, todos nos equivocamos. Ella se ha podido equivocar pero tampoco se merece que la juzguemos ni que cada uno se vaya a un lado porque no se siente a gusto, siente que no se puede meter en ninguna conversación porque se está hablando de ella. Yo soy la primera que hablé porque era muy reciente, pero por favor, porque lo está pasando mal, necesita apoyo también”, decía Marina casi parafraseando a Bad Bunny con eso de "yo no soy un santo ni tú eres una santa, nos conocimos pecando".
Lola ha querido mostrar su comprensión con todos los que están tan shockeados como un niño cuando ve a su profesora de primaria fumar corrompiendo su imagen idílica que tenía de ella: “Sé que estáis flipando porque estoy flipando hasta yo. Entonces, si me equivoco y la lío no lo hago con ninguna intención ni con ninguna maldad”, admitía la novia de Diego.
Marina ha adquirido la responsabilidad de ser la abogada de la demonia (porque ella fue angelito por el día y diablesa maligna por la noche en la fiesta de disfraces, no nos olvidemos) y ha explicado que la terapia de Lola con Rubén Sánchez forma parte del proceso terapéutico de la viceversa: “Ahora se siente un poco perdida pero si ha hablado con Rubén es porque no sabía con quién hablar”.
Isaac Torres ha querido aullar también alguna frase postureo para apoyar las minorías, cuando en realidad, según Rubén, él ha sido uno de los principales correveidiles oficiales de Villa Montaña: “Tampoco te tienes que justificar por hablar con Rubén”, comentaba Lobo como si no lo hubieran criticado.
Es entonces cuando el tentador con contrato de permanencia con líneas de cornamenta ilimitadas con 'La Isla de las Fornicaciones', Rubén, ha estallado para expresar lo juzgado que se ha sentido desde su llegada al reality: “Si [Lola] llega a estar con Víctor no sucede esto. Porque aquí no somos tontos. Yo tengo que estar pasando por aquí y muchas veces se ha creado un silencio. Hay veces que me he sentido súper incómodo. ¿Que me juzguéis? Me da igual. Exactamente igual, porque no tenéis ni p*** idea de cómo soy”, ha sentenciado más cabreado que Enrique Ponce cuando los camareros se refieren a él como 'caballero' y no como 'chavalín'.
“Está muy bien la ‘charlita’ cabrón, pero luego no critiques aquí, allí. Que nos estás separando poco a poco. Yo te tengo mucho aprecio y te lo dije, pero estoy viendo cositas que no me gustan un pelo”, ha respondido Isaac sin cortarse ni un pelo ni achantarse frente al veterano. No hay temor a las novatadas, están en mayoría.