Si pudiera ser más fan de Lena Headey seguramente me terminaría tatuando su cara en algún sitio, y ella estaría encantada, porque otra cosa no, pero tatuajes... Me flipa como actriz, me parece una tía con un talento descomunal y encima es espectacularmente guapa. Y qué rollazo tiene. Por eso, lo último que te esperas es que lo pasara tan terriblemente mal cuando se separó de su marido. ¡Pobreta!
Lena sale de diez en la portada de More, siempre con ese rollo tan cañero y esa actitud entre pícara e irónica. Pero si el reportaje fotográfico mola, todo lo que cuenta es aún mejor porque nos permite saber un poquito más de su vida. Aunque no mucho, que la tía defiende su intimidad a capa y espada (de Lannister).
En 2013, Lena se divorció tras un matrimonio de seis años con Peter Loughran y con un peque de cinco, Wiley. Y las pasó peor que en vendimia.
Es muy duro. Hay un montón de dolor y tristeza y decepción. Pena. Muchísima pena. Es un proceso de luto, y aun así no ha muerto nadie.
Todavía sigue peleando a diario con la depresión que le provocó la ruptura, pero no se rinde. Y aunque a veces sienta que todo le va a la contra, sigue luchando a brazo partido.
La gente que nunca siente ansiedad siempre me alucina. El mundo podría irse al carajo y ellos dirían "¡Todo va bien!". Hacerse mayor y tener críos hace que aprendas a tomarte todo menos en serio.
Sobre todo lo de los críos, que hace poco saltó la liebre de que Lena está embarazada de su segundo hijo... aunque no dice ni media palabra sobre quién puede ser el padre. Eso sí, después de ver las fotos de las vacaciones que se pegaron todos juntos, yo tengo desde hace tiempo la teoría de que Lena y Pedro Pascal le dan al mambo que es una delicia. ¡Muero de envidia!
A la hora de hablar sobre el futuro, aparte de esquivar como una reina lo de decir quién es el padre de su hijo, tampoco tiene muchos planes, y es que Lena prefiere ir sobre la marcha. Para luego no llevarse chascos.
No hay nada concreto. Ahora mismo estoy en un gran momento, pero es un momento, y siempre pienso, vale, en el peor escenario posible: ¿podría sobrevivir en mi coche? ¿Estaría bien? Mis amigos lo llaman pensamiento catastrófico. Me gusta creer que es más bien ser realista.
Bueno, realista, realista... Quizá tira un poco a negativa la chica, pero eh, cada uno se monta la vida como quiere. Y tener un plan b en el peor de los casos nunca vino mal a nadie.
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