Coges una Coca-Cola. Le echas unos Mentos. Lo agitas. Lo agitas mucho. Luego lo abres, a ver qué pasa. ¿Resultado? Explota. Pues así, más o menos, a modo de metáfora, explotaron las declaraciones de Kiko Matamoros en 'Domingo Deluxe'.
Tras asumir su adicción a la cocaína desde los 15 años (que fíjate si ha nevado desde entonces), muchos ojos se centraron en su hija, con la que a día de hoy no tiene relación, Anita Matamoros. Como ya te contamos, ella reaccionó a la entrevista a través de su Instagram, comentando que "cuando algo te sobrepasa tienes que intentar tener una buena actitud" o que "eres tú el que decide la importancia que le das a esa situación".
Pero... ¿cómo ha reaccionado Kiko a estas declaraciones? Lo hizo ayer en el plató de 'Sálvame'. En un principio le faltaban las palabras, pero allá que se lanzó: "Para mí no es fácil ver a mi hija así, exhibida en público en una tele por problemas de sus padres y su hermano... No me gusta". Asegurando, además, que no le resultaba cómodo por "la situación en la que estoy con ella".
Asume que "lo único" que le duele en estos momentos es su hija Ana: "Nada que se pueda comprar con dinero vale mucho, por alto que sea el precio. Y hay otras cosas que sí, de verdad, condicionan el ánimo", explica.
Kiko no cree que la solución a la relación rota pueda estar en una conversación a solas con Anita, sino que sería más fácil "si hubiera alguien en la que ella tuviera confianza y respeto, que pudiera mediar y estar con los dos". Y, sobre todo, pone una condición para que se pueda dar la reconciliación: asumir los errores, "darme ciertas explicaciones y pedir perdón".
Él asegura que ha respetado "muchísimo" a su hija, mientras que ese respeto no ha venido de vuelta, "posiblemente por su edad, porque la hayan manipulado... Pero tiene que entender que en la vida no se puede ir pisando la cabeza de la gente alegremente. Y menos la de tu padre. Me debe un respeto", asegura.
"Yo creo que cada vez las cosas están más complicadas", explica Kiko sobre una posible reconciliación. Aun así, espera que algún día "se dé cuenta y me eche de menos y le dé para poder rectificar y acercarse. Yo estaré con los brazos abiertos esperando".
La relación de Kiko con sus hijos ha sido más difícil que Eduardo Manostijeras intentando explotarse un grano. Pero al final, como él mismo ha explicado, se han acabado resolviendo las diferentes disputas: "Esa es la esperanza que tengo". "Cuando han tenido un problema, por muy cabreado que estuviera con ellos, me he tirado al barro el primero. Y lo que haga falta", puntualiza.
"Lo que yo quiero y espero que haga algún día es pedir disculpas y ya está. Es fácil. O a veces no es tan fácil. A veces es difícil", finaliza. Así de sencillo. Aunque a veces no es tan sencillo. A veces es complicado.
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