Tiene mérito, porque es raro que una famosa del calibre de Jennifer Aniston reconozca haberse inyectado Botox para mejorar su aspecto físico (que otras lo hacen para evitar el mal olor de pies) Y lo ha echo porque está preocupada por los efectos contraproducentes de las inyecciones de Botox, que se han puesto tan de moda últimamente. Así que ha decidido hacer pública su trágica historia para desmotivar su uso:
“Me inyecté Botox una vez y no me fue demasiado bien. Sentía mi cabeza muy pesada, creo que eso hace a las mujeres más viejas y más severas de expresión”
Jennifer se sometió al tratamiento meses después de haber anunciado su separación formal con Brad Pitt y lo ocultó a la prensa, según ella, para que no se vieran los efectos secundarios del tratamiento, ya que no quería que la vieran un tanto desfigurada pero, sinceramente, creo que ese no fue el motivo.
Y es que el admitir que se ha inyectado Botox, a día de hoy con la caña que están metiendo a los medios de comunicación, desfiles de moda, pasarelas etc... con eso de que hay que aprender a quererse un poco más tal y como uno es, sin necesidad de trastocarse o retocarse, es muy peligroso pues ya sabes que vas a ser diana de críticas de mucha gente.
Sin embargo, Jennifer se negó a hacer pública la fecha en la que se inyectó y optó por hablar de las mujeres que continúan haciéndolo:
“Ves ese tipo de mujeres y te das cuenta de que ya no son tan jóvenes, pero no sabes exactamente su verdadera edad. Esa es la razón para no volver a usarlo”
Eso y que son unas operaciones muy peligrosas y que, como he dicho, hay que aprender a quererse tal y como uno es, sin necesidad de cambiarse leñes. Y si alguien no nos quiere tal y como somos, o nuestro trabajo va en ello, tener la suficiente fuerza de voluntad y el valor necesario para, con la cabeza bien alta, decirle que no, ¿o no?
Vía | Todo Corazón
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