La quinta edición 'La isla de las Tentaciones' parece haber afectado más de lo habitual a su presentadora de cabecera, Sandra Barneda. Cada edición, la ex de Nagore Robles suele hacer el papelón 'máximo' cuando el sufrimiento por parte de los concursantes es evidente, y esta vez, para darle más chicha al formato, ha decidido postularse para los Goya con sus caras de circunstancia.
Los concursantes se lo están pasando teta. Tanto ellos como ellas se ablandan en el momento de sentarse frente a la tablet, pero cuando vuelven a cruzar las puertas de la Villa, ya no hay tristeza que valga. Todo es fiesta, reguetón del duro, caricias prohibidas y algún que otro morreo que terminará en 'edredoning'. Aquello es lo más parecido a una bacanal de la antigua Roma, pero a la pobre Sandra le duele en el alma ver de este modo a sus cachorros.
No puede evitarlo. O mejor dicho, no le permiten evitarlo. A la Barneda le han dicho que se meta en el papel y ha obedecido. Cada vez que a uno de los concursantes se le escapa una lagrimilla, ella resopla, sufre y se compadece como en ninguna otra edición. La tía tiene la piel más sensible que nunca, o al menos eso pretenden que nos creamos. Y sí, lo cierto es que tiene su gracia.
Por un lado ves a una pareja poniéndose los tochos mutuamente, y por otro, a Sandra haciendo comentarios como: "Es muy duro, ¿verdad?". Sí, Sandra, mucho. Tanto como trabajar en la mina o levantarte a las siete de la mañana para perder ocho horas de tu día en una oficina que aborreces. Tan duro como ser 'influencer' y tener que pagar un hotel después de meses sin hacerlo cuando no quieren hacer 'colab'. Es un sufrimiento extremo, y si no que se lo pregunten a Barneda, que debe estar frente al espejo practicando sus gestos para la próxima hoguera.