Onieva es un animal nocturno. Él es así. Lo lleva en la sangre, en las venas. Al igual que Froilán, Íñigo escucha el techno y sus pupilas se ensanchan. Sucede algo en su ser que no le permite dejar de bailar, de reír y de tomar. El tío es un disfrutón en toda regla, y ni siquiera el día de su boda pudo controlar su impulso.
La primera (y principal) diferencia entre Íñigo y Tamara se ha hecho evidente el durante la celebración de su propia boda. El viernes, mientras Tamy dormía plácidamente para estar descansada en su gran día, Onieva apuraba las horas en el Ritz entre copa y copa. Se fue de allí el último junto a sus colegas, y se dice que pudieron terminar la juerga en alguna discoteca.
"El día antes de la boda Íñigo no durmió nada. El día de ayer (sábado) estuvo prácticamente 24 horas despierto. Es un marqués marchoso y lo hemos visto", comentaba Pilar Vidal en 'Socialité'. Además, se sabe que horas antes de contraer matrimonio, la lío parda en su piso de la capital con sus amigos. Estuvieron tomando, con la música a tope y pidieron comida a domicilio, tal y como recoge Informalia.
El sábado, cuando muchos de los invitados ya habían abandonado El Rincón, Íñigo seguía: "Se quedó hasta el último momento porque fue el espectáculo con Djs internacionales que contrató. Para él todavía su boda no ha terminado. Fue de los que mejor se lo pasó, disfrutándolo y viviéndolo", señalaba Vidal.
Fotos: Gtres