No viven de una pensión de la infanta Cristina ni del sueldo de un puestazo que, según las malas lenguas, habría conseguido Urdangarin. Iñaki y su chica tienen un curro humilde situado en Vitoria y perciben salarios normales. Los supuestos 300.000 euros que se embolsaba Iñaki por su labor en una empresa del Ibex no existen. La realidad, señoras y señores, es radicalmente distinta.
Atrás quedó su rutina en el barrio de Pedralbes, los veranos en Mallorca y las comilonas en restaurantes de lujo. Ya no hay ropa de marca en su armario ni botellas de Dom Perignon en la nevera. Urdangarin tiene ahora la misma vida que cualquier otro mortal. Es decir, se acabaron los lujos y las excentricidades.
Mientras la infanta se embolsa la friolera de 400.000 lereles anuales, su ex deberá conformarse con lo que le paguen en la pequeña constructora en la que ahora desempeña su labor profesional. Según Semana, se trata de una empresa con sede fiscal en Vitoria. Allí, en la misma sede, trabaja también Ainhoa.
Los tortolitos pasan las 24 horas del día unidos. Se acuestan juntos, desayunan sus tostadas y ponen rumbo a la misma oficina. A la hora del café, juntos de nuevo. Tras acabar la jornada se dirigen a casa y comparten mesa para la cena. Después peli, manta, sofá y mimos. Cuando los ojillos empiezan a cerrarse, a la cama.
Fotos: Gtres / Semana