Vargas Llosa y la venerada Isabel Preysler han roto para siempre. Se acabaron los paseos de la mano y las tardes de lectura en los jardines de Villa Meona. Se acabó el amor, la chispa, la pasión y los reportajes en la revista del saludo. Isabel esta una mujer soltera, y Mario, un hombre de pensamientos profundos, reflexiona en su escondite para asimilar lo sucedido.
Llosa es un pensador de los de antes. De los que no necesitan móvil, ordenador y mucho menos redes sociales. Él es feliz entre páginas escritas y estanterías plagadas, y precisamente por eso se ha trasladado a su enorme ático de Madrid. Una vivienda situada en pleno centro y de dimensiones espectaculares.
Tal y como publica Informalia, el ático se encuentra a escasos metros del Palacio Real, tiene 283 metros cuadrados y una terraza de hasta 30 metros. Además, cuenta con una enorme biblioteca en la que Mario puede pasar días, noches y hasta semanas.
Un refugio que, al parecer, el escritor tan solo comparte con su soledad. Está en contacto con sus hijos y tiene buena relación con su ex mujer, Patricia, pero aquel escondite es suyo. Es su guarida, su madriguera, el lugar el lugar idóneo para pensar en un futuro sin la Preysler a su lado.