Desde hace algún tiempo, Enrique Ponce está desesperado por sanear sus cuentas. El divorcio, su retirada de los ruedos y la pandemia han pasado factura a su bolsillo y, aunque ya no sale ni pa' tomarse un carajillo, lo cierto es que se las está ingeniando para para incrementar sus ingresos.
Ya no torea, tampoco hace campañas de publicidad ni participa en programas de televisión. No imparte cursillos de toreo y ni siquiera posa en Instagram a cambio de algo de ropa gratis. La cuenta bancaria del torero está tamblando y, precisamente por eso, Enrique ha decidido deshacerse de aquello que le unía a a Paloma Cuevas (y no, no ha vendido a sus hijas).
Durante su matrimonio, el torero y su entonces esposa montaron un negocio de distribución de aceite, el cual generaban gracias a los centenares de olivos que acumulaban en su finca, La Cetrina. Tras el divorcio, nadie se encargó de recoger las aceitunas y la producción se paró en seco. Ahora, Ponce ha vendido un terreno de 40 hectáreas con más de 3.000 olivos, aquellos arbolitos que tan felices (y ricos) hicieron al torero y a su ex mujer.
Tal y como publica La Razón, Ponce habría recibido un verdadero pastizal por las tierras. Además, está a punto de comenzar su gira por Latinoamérica para despedirse definitivamente de los ruedos (y ya de paso, embolsarse unos dineros para su jubilación).