Obregón y la pequeña Ana Sandra comienzan ahora sus vacaciones de verano. La niña, nacida hace ya cuatro meses, disfruta de una vida que cualquiera desearía. Pasó los primeros días de vida en un apartamento de lujo en Miami, vive en la mansión madrileña de su yaya y disfrutará del verano en un chaletazo mallorquín. Definitivamente, la niña es la nueva elegida.
Hay quien ya se atreve a comparar a Ana Sandra con el mismísimo Jesucrito. El punto de inflexión en la historia de la humanidad fue el nacimiento del mesías. A raíz de aquello comenzó una nueva era, un nuevo mundo. Con la hija de Obregón podría suceder los mismo. Quién sabe. Quizás la vida, tal y como la entendemos, haya cambiado con la llegada de la nueva redentora.
Sea como sea, lo cierto es que la realidad de Ana Sandra poco tiene que ver con la que vivió Jesús de Nazaret. Él era pobre de cuna. Ella, todo lo contrario. La mujer que pagó por traerla al mundo, es decir, su madre legal, es millonaria y tiene propiedades. Concretamente, tiene un casoplón en Madrid y una casa familiar que comparte con sus hermanos en Mallorca.
Obregón pasaba los veranos en la isla junto a su familia, pero ahora, con sus padres ya fallecidos, las cosas han cambiado. Tal y como publica Informalia, Anita ha alquilado una choza y no disfrutará de la suya. Al parecer, no se ha puesto de acuerdo con sus hermanos en el calendario. Todos quieren la casa pero ninguno desea compartirla.
En cualquier caso, a Ana poco le importa. Puede pagarse el chalet a pie de playa que se le antoje, aunque dicen que le ha costado encontrarlo. No hay mucha oferta y los precios están disparados. Obregón habría tenido que regatear, pero al final se ha hecho con una casita maja. Además, se dará el capricho de viajar hasta ella en avión privado, junto a su hija-nieta y la cuidadora interna que mantiene.
Fotos: Gtres