Continúa el drama nupcial para Tamara e Íñigo. A tan solo dos meses del gran día, la firma encargada de confeccionar el vestido de la hija de Preysler emitía el comunicado más inesperado: adiós a la colaboración con la marquesa. Al parecer, Falcó quiso que la firma plagiase un diseño de Chanel y las diseñadoras se negaron. Tras varios intentos de negociación, el acuerdo se fue a tomar viento.
'Sophie et voilá' dio su versión al respecto y Tamara, triste y cabreada, compareció ante los medios para negar toda acusación: "Es categóricamente falso que quisiera que copiaran un vestido... Cómo voy a pedir que hagan algo así si yo soy la primera que me dedico a la moda. Tengo un respeto máximo a los diseñadores y a todos los trabajos relacionados con la profesión", sentenciaba.
En cualquier caso, la conclusión solo es una: Tamara tiene las horas contadas justo para encontrar un nuevo vestido. Sin perder tiempo, la marquesa se ha puesto en contacto con Carolina Herrera para poner en marcha su plan B. La diseñadora, amiga de la familia, no ha dudado en abrir las puertas de sus estudio a la novia más gafe jamás conocida.
En este momento, Tamara se encuentra en Nueva York ideando el que será su traje de novia. Onieva, lejos de acompañar a su chica, ha preferido hacer un plan de lo más apetecible. Tal y como publicó en Instagram, visitó un mítico restaurante situado en la A-1. En el kilómetro 235 de la carretera que une Madrid e Irún, para ser exactos. El local se responde al nombre de El Landa, cuenta con 63 años de expeciencia y su plato extrella son los huevos con morcilla.
Y eso es precisamente lo que se ha jalado el churri de Tamara: huevos con mucha puntillita y tres rodajas de morcilla de la buena. Mientras la marquesa toma medidas de su cintura para lucir divina el ocho de julio, su noviete opta por ponerse las botas en un garito más que conocido.
Fotos: Gtres / Instagram