Victoria Federica vive la vida padre al otro lado del charco. Junto a su amiguísima Rocío Laffón, la Borbona disfruta ahora de las mejores vacaciones que cualquier podría tener. Tumbada bajo el sol mexicano, la nieta de don Juan Carlos goza de la piña colada mientras posa cual 'influencer' para después llenar su perfil de Instagram con fotitos molonas.
Le guste o no, Vic tiene que posar, editar y después publicar. El viajazo del que disfruta le ha salido por la cara, pero a cambio debe cumplir con su durísima labor de 'it girl'. Su obligación es despertar la envidia entre el resto de mortales que, por suerte o por desgracia, su único placer esta Semana Santa es hincharse a torrijas en casa de la abuela.
Y sí, lo cierto es que Vic está cumpliendo con su cometido. Cada día nos sorprende con imágenes de sus aventuras mexicanas. La hemos visto en bikini, conduciendo un 'buggy' o probando la comida tradicional de la zona. Ha visitado el yacimiento de Chichén Itzá, el cenote Yalahau e Isla Mujeres, y en todo momento ha postureado en su perfil.
A la niña no se le da mal lo de subir fotitos a cambio de viajes, dinero o ropita nueva. Resulta curiosa su inoportuna y habitual forma de dirigirse a la prensa cuando, en realidad, se alimenta precisamente de ella. Pero le funciona. El papel de niña mala que jamás habla ante una alcachofa es efectivo, o al menos no le faltan los contratos.
En cualquier caso, hay algo que Victoria Federica pretende ocultar a su seguidores a toda costa. Se esfuerza al máximo por esconder su pequeño complejo y así lucir divina en toda las fotografías, pero la hemos pillado: la Borbona mete tripita en cada uno de sus posts.
Vic no tiene defecto alguno. Es una muchacha bella, delgada, esbelta y con posibles para permitirse cualquier complemento. No le hacen falta retoques ni posados estratégicos, pero nada más lejos de la realidad. Al parecer, la joven no está del todo conforme con su vientre y prefiere ocultarlos en sus fotitos.
Fotos: Instagram