No hay barco sin rico ni hortera sin amarillo, como dice el dicho popular (¿o no era así?). Un año más, Carolina de Mónaco disfruta del verano en su barco con más comodidades de las que prestan sus colchones (Lo-mónaco)... Más allá de las bromas, la hermana del príncipe Alberto vuelve a surcar las aguas de la costa azul a bordo de su 'Pachá III' donde poder bailar con todos sus nietos e hijos el 'Des-Pachá' de Rosalía.
Esta embarcación tiene casi un siglo de historia. Es por eso que la Princesa no se desprende de este regalo que recibió del padre de sus hijos, Stefano Casiraghi, allá por el año 1989, un año antes de fallecer. A bordo de él, Carolina se fuma sus cigarritos, disfruta de una relajante lectura e invita a todo Cristo.
El nombre del navío, 'Pacha III' no se debe a las largas noches de juerga por Ibiza de Carolina ni al tatuaje frustrado de las dos cerecitas que siempre quiso hacerse en la espalda, sino que Carolina de Mónaco se ha ceñido al viejo modus operandi con el que dos cuñados ponen un nombre a su bar: usando las primeras letras de los nombres de sus hijos con Casiraghi (Pierre, Andrea y Charlotte). De ahí al número 3 también...
Stefano quiso que este barco tuviera todas las comodidades para que Carolina cumpliera su sueño de dar la vuelta al mundo, es por eso que se gastó 600 millones de las antiguas pesetas en este yate a motor de casi 37 metros de eslora y 6 metros de manga (lo mismo que una chaqueta de Pau Gasol).
En el interior puede alojarse la familia al completo ya que hay sitio para nueve invitados y siete residentes habituales. Llama la atención la combinación de los colores azul, blanco, rojo y amarillo con la madera en su exterior y es que fue diseñado por el interiorista francés de la jet set Jacques Grange, una eminencia de los años 30.
Fotos | GTRES