Hace tiempo que doña Elena dejó de sonreír con el entusiasmo de cualquier joven sin preocupaciones. El insomnio llegó a su vida cuando su matrimonio con Jaime de Marichalar se fue a tomar viente, y desde entonces no han sido pocos los disgustos de la Infanta. Y sí, habrá tenido momentos de disfrute y jolgorio, pero su realidad durante los últimos años está marcada por los problemas familiares.
Cuando Froilán y Victoria eran niños todo parecía en calma. Juan Carlos adoraba reunir a su familia al completo en Zarzuela, e incluso sus nietos durmieron allí en ocasiones. Los Borbones eran felices y comían perdices, hasta que el paso del tiempo causó el estrago.
En este momento, Elena y Cristina se ven obligadas a viajar hasta Emiratos para visitar a su padre. Suelen hacerlo relativamente a menudo, pero resulta doloroso. Le gustaría tener al emérito a cuatro calles de sus casas y compartir comidas y cenas como antes. Anhelan y necesitan el apoyo de un padre. Un apoyo con el que cuentan, pero en la distancia.
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Además, la relación de la Intanfa Elena con su hija Victoria Federica no parece pasar por el mejor momento. Han discutido en ocasiones por el modo de vida de 'it girl', y el disgusto de la madre es evidente: "Hombre, no le parece propio de su condición de nieta y sobrina de Rey y quinta en la línea de sucesión a la Corona. Además, eso le provocatensiones con Don Felipe y la propia Zarzuela. Es verdad que madre e hija tienen sus broncas, cosa por otra parte normal, pero de eso a que hayan roto su relación...", desvela una fuente a El Mundo.
Con Froilán, sin embargo, las cosas parecen ir a mejor. Regresó de Londres hace unos meses, vive con su madre y se mantiene alejado del foco mediático. Detesta salir en prensa y jamás ofrece declaraciones, algo que, en cierto modo, gusta a doña Elena.