Urdangarin ha ideado el plan perfecto para recuperar la vidorra que llevaba en un pasado. Antes de su entrada en prisión, el duque vivía como un maharajá. Comía en los mejores restaurantes, viajaba a los destinos más exclusivos e incluso llegó a vivir, junto a Cristina y los niños, en la zona más cotizada de Barcelona.
El tren de vida de Iñaki y su ex mujer acabó con el caso Nóos. Iñaki entró en prisión y perdió el dinero que estaba en su poder. La familia de Cristina le dio la espalda. De ningún modo podían permitirse que aquel escándalo destrozase la monarquía, y la estrategia fue sencilla: Iñaki pagó el pato y todos le abandonaron a su suerte.
Todos menos la Infanta. A pesar de las insistencias de don Juan Carlos para que se divorciase, ella se negó. Amaba a su marido y se mantuvo siempre a su lado, hasta que una mañana, hace aproximadamente un año, descubrió que el hombre al que tantas veces visitó en la cárcel estaba con otra. Así, de sopetón. A través de una revista, Cristina se topó con la realidad.
Tras meditarlo, decidió mandar a Iñaki a freir espárragos. Y él, que ya tenía una vida nueva junto Ainhoa Armentia, no sufrió lo más mínimo. Ahora, el divorcio está a punto de oficializarse y las condiciones que exige Urdangarin nos llevan a una clara conclusión: quiere recuperar su vida de rico.
Tal y como anunciaba ayer Pilar Eyre, la Infanta pagará una pensión a su ex churri con tal de mantenerlo callado. Pero ojo, porque la cosa no queda aquí. Según Juan Carlos Galiacho, Iñaki pide dos inmuebles: el de Baqueira y el chalet de Bidart, tal y como recoge Informalia.
De este modo, Iñaki recuperaría el estatus que tanto ansía. Con la paguita de la Infanta y dos casitas a su nombre, Iñaki lo tendría todo para ser feliz junto a su nuevo amor.