El pasado martes 28 de junio Letizia Ortiz y la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, visitaron el centro de refugiados ucranianos situado en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón para mostrarle su apoyo máximo a las personas que tuvieron que huir de la fucking guerra provocada por Rusia.
El drama que hizo tambalear los cimientos del mundo de la moda y que provocó que nuestra queen renovara el bono de consultas con su psiquiatra, tuvo como protagonista al outfit que se plantó la nieta de Biden para el evento.
Lejos de embutirse en un floreado vestido como el de su abuela que, por cierto, es un mix entre Camila Parker Bowles y Encarna Sánchez, la nietísima lució como si se acabara de levantar después de tres horas de siesta y no supiera ni el año en el que vive.
Maisy, que debe ser una fanática del street style que se agenció Chenoa para confirmar su ruptura con Bisbal, optó por una sudadera de chándal gris que se vende al por mayor en 'Primark' y la combinó con un pantalón pijamero de rayitas y unos zapatos de esparto. ¿El motivo? Porque se le antojó. Lo que sí tenemos claro es que Doña Leti tuvo que contar hasta diez después de contemplar semejante atentado al protocolo.