La madre de Felipe VI no ha tenido una vida plena. Siempre obligada a aparentar, a cumplir con su papel de esposa sumisa y sin voz. Siempre a merced de don Juan Carlos, que disfrutó su reinado como pocos Borbones lo habían hecho antes. Además de las jornadas de comilona y cacería junto a sus colegas, el emérito tuvo una vida amorosa de lo más ajetreada. Por supuesto, a espaldas de su mujer.
Ella lo sabía, pero lejos de reaccionar, cumplió con su obligación de callar y asumir. Doña Sofía ha vivido encarcelada en una jaula de oro, pero siempre ha contado con el apoyo de una mujer indispensable para ella: su hermana Irene. Desde hace más de 40 años, son inseparables y comparten apartamento en Zarzuela.
Cuando la autoestima de Sofía comenzó a desmoronarse, allí estuvo Irene, a su lado. Soportar las infidelidades de tu marido, los divorcios de tus hijas y el encarcelamiento de tu yerno no es tarea fácil. La madre de Felipín aguantó todo aquello como un chaparrón, y logró hacerlo gracias al apoyo de su hermana.

Irene es la mano derecha de su hermana. Duermen en habitaciones separadas, pero al amanecer, desayunan juntas en el comedor que comparten en Zarzuela. Tal y como publica ElNacional.cat, Irene fue a palacio a pasar unos días y lleva ya 40 años hospedada.
De este modo, queda demostrado que Irene es el único apoyo incondicional que tiene doña Sofía. Comparten confidencias, reflexiones y, muy probablemente, hasta los pijamas.