Cuando Felipe comunicó a su madre la intención de casarse con Letizia, aquella periodista con padres divorciados, a Sofía casi le da un parraque. Esa plebeya que aparecía en los informativos de la cadena pública no podía ser esposa del futuro rey. Era impensable, una auténtica locura. Juan Carlos, Elena y Cristina se negaban a aceptarlo, pero nada pudieron hacer para evitar el casamiento.
Felipe estaba enamorado y dictó sentencia en Zarzuela. Si no dejaban que Letizia cruzase las puertas de palacio, él lo dejaría todo por amor. Ante semejante amenaza, a sus padres no les quedó más opción que tragar saliva y aceptar a aquella intrusa. No era de su agrado, pero qué más podían hacer.
Con el tiempo, Letizia logró hacerse un hueco en la Familia Real. Le costó Dios y ayuda, pero con paciencia y convincción lo consiguió. Aguantó malas caras, desplantes e intentos de boicot, pero nada se interpuso en su camino. Ahora, es ella quien manda en palacio. No hay infanta ni reina emérita que le levante la voz. Solo Letizia corta el bacalao.
En este momento, la esposa de Felipe VI se encuentra en Marivent. Allí disfrutará de las vacaciones de verano durante unos cuantos días, pero no lo hará acompañada por su suegra. Para sorpresa de todos, la emérita ha abandonado el refugio mallorquín horas después de la llegada de la reina. Según Informalia, se debe a un compromiso que Sofía tiene en Granada.
Al parecer, ha puesto rumbo a la ciudad andaluza para presidir este lunes 31 de julio el 30 Aniversario del fallecimiento de Su Majestad el Rey Balduino de Bélgica en la Residencia Villa Astrida de Motril. Mientras tanto, Letizia goza de los lujos de palacio sin su suegra en la tumbona de al lado.
Fotos: Gtres