Juan Carlos está hasta la coronilla de Abu Dabi. Al principio parecía diverido. La vida de lujo que le ofrecieron sus amigos jeques tenía su encanto, pero la soledad a la que está sometido resulta insoportable. El emérito necesita compañía y se siente activo. No quiere pasar los últimos años de su vida apartado, solo y lejos de su adorada España.
Así lo ha manifestado en innumerables ocasiones, pero Felipe hace oídos sordos. Lo único que le importa es la salud de una Corona que más tarde heredará Leonor, y teniendo en cuenta los fregaos en los que estuvo metido su padre, prefiere mantenerlo en la distancia. Cualquier paso en falso de don Juan Carlos sería carnaza fresca para la prensa, y en Zarzuela no toleran más polémicas.
Felipín y Letizia quieren paz, tranquilidad y armonía. Cualquier persona física que pueda acarrear problemas para la Corona debe estar lejos, muy lejos. Sin embargo, hay algo que no pueden controlar: el ansia del Borbón por navegar en El Bribón. Juan Carlos es adicto a las regatas de Sanxenxo y, digan lo que digan, estará allí en unos días para coger el timón de su barco.
"El martes 18 de abril aterrizará en Galicia, en el aeropuerto de Vigo, y el domingo, después de las regatas, partirá de nuevo para Abu Dabi", aseguraba Juan Luis Galiacho, tal y como recoge Informalia. Es decir, el emérito pisará tierras españolas única y exclusivamente para disfrutar de su plan con amigos.
Juan Carlos I surca los mares - Gtres
La pregunta es, ¿por qué no visita a su hijo como hizo el pasado año? Al parecer, Felipe lleva tal cabreo que ha decidido cerrar las puertas de palacio a su padre. Ni él, ni Letizia, ni Pedro Sánchez aprueban la ociosa visita de Juan Carlos. Saben que al prensa enloquecerá con su aterrizaje y los titulares no beneficiaran a la institución.
Pero la cosa no queda aquí. Tal y como menciona el citado medio, desde Zarzuela habrían obligado a Juan Carlos a no asistir a la Coronación de Carlos III. Tanto él como doña Sofía estaban invitados, pero el palacio han luchado para que la foto a cuatro no volviese a producirse. A cambio, Carlos y Camilla han invitado al emérito a un almuerzo privado.