Gracias al diario 'VozPópuli' sabemos que el rey Juan FucKarlos I hincó rodilla para pedir matrimonio a Corinna Larsen, lo que ahora haría falta investigar es cómo se levantó (con una grúa, en brazos a la sillita de la reina -tendría gracia- o con polea).
Al menos, eso es lo que ha defendido la amante alemana-danesa-inglesa (se podría hacer un anuncio de Benetton ella sola con tanta nacionalidad) en la demanda de 29 páginas (28 más de las que ha leído en su vida Froilán) que ha presentado Corinna contra el Emérito ante la justicia británica y en la que ha llegado a especificar que el rey le mostró “un palacio de Madrid que sería reformado para nosotros” y así formar su proyecto de vida juntos tras la corona. Menos mal que dijo que no, porque vaya cuarentena le hubiera esperado con el JuanCar...
Lo próximo sería, seguramente, adoptar un perrito para que les trajera las zapatillas, comprar una Thermomix para hacer buenos potajes y hacer un encargo de dos batamantas por AliExpress para ver cada noche alguna peliculita de Netflix. Vamos, lo que se conocen como los pasos definitivos en una relación tras cruzar la conocida barrera del pedo en pareja (que, por sus respectivas edades, presupongo que la pasarían a los 10 minutos de conocerse).
En el evangelio según Santa Corinna se puede leer que corría (es un decir, ya que prácticamente el pobre no puede ni andar) el año 2014 cuando el jefe del Estado pidió matrimonio por vigésimo novena vez a su tentadora favorita, meses antes de cargarle el muerto abdicar en su hijo Felipe VI. Se ve que el pobre Juanky tenía la cadera destrozado de tanto dormir en el sofá por sus rifirrafes con Sofía y necesitaba por fin volver a compartir cama de matrimonio...
Larsen ha especificado que esta pedida (sin flahsmob, sin anillo metido dentro del postre del restaurante, todo muy cutre, sin chicha) sucedió dos años después de la cagada del Emérito en Botsuana por la que trató de limpiar su imagen con volvone (que no con más 'Borbones', menos mal) con aquel mítico perdón que sucedió a la hecatombe mediática y al movimiento 'dumbista' que se formó.
Corinnavirus (que es como la tiene guardada Sofía en su agenda del móvil) decidió no aceptar esta propuesta indecente, con anillo incluido, en su hoguera final (al más puro 'La Isla de las Tentaciones' style) por la desconfianza que le creaba que estuviera "casado con la reina Sofía y se relacionara con otras mujeres”, como ella misma.
El que tiene pérdidas de c-orinna es uno de esos galanes de los que ya no quedan (afortunadamente), de los que usan la técnica de seducción conocida internacionalmente como la del "martillo pilón".
Según Larsen, Juan Carlos I le ofreció matrimonio en repetidas ocasiones desde que iniciaron su relación en 2004, incluso llegando a insistir en su relación cuando, supuestamente, estaba completamente rota desde el año 2009, momento en el que empezó a presionarla y a amenazarla, según figura en la demanda:
"Le llamaba a la demandante (Corinna) a diario, a menudo muchas veces al día, y esperaba que ella se pusiera a su disposición cuando se lo pedía. Si ella no contestaba a sus llamadas, él pedía a amigos en común que la llamasen y le instasen a devolver las llamadas"
Corinna ha garantizado que, como fue ella quien acompañó en el año 2010 a Juan Carlos en todo el proceso de su intervención de extirpación de un tumor en el pulmón y su posterior recuperación, el exmonarca hizo todo lo posible para incluirla en su testamento: "Estaba preocupado de que su familia pudiera impugnar todo lo que le dejase a Corinna en su testamento después de su fallecimiento", recalca la germano-danesa en la demanda.