Iñaki Urangarin y la infanta Cristina están a punto de romper su matrimonio para siempre. Aquellas fotos del ex duque junto a su amante, Ainhoa Armentia, propiciaron el divorcio. Las imágenes cayeron como un jarro de agua helada sobre la hija del emérito. No podía creerlo. Era su marido, el mismo al que visitó en la cárcel en tantas ocasiones. Iñaki, sin pudor alguno, la estaba engañando.
Aquello fue tremendo. La prensa internacional se hizo eco de semejante bombazo y Cristina, hundida, se refugio en su familia. Derramó lágrimas sobre el hombro de su hija Irene y viajó a Abu Dabi para pedir consejo a don Juan Carlos. El emérito, sin atisbo de duda, ordenó el divorcio. Ella se resistía, pero su padre insistió. El matrimonio estaba roto y era necesario cortar todo vínculo con Iñaki.
Finalmente, así se hizo. Iñaki y Cristina aceptaron divorciarse y quedaron en hacerlo cuando Irene cumpliese la mayoría de edad para evitar movidas judiciales. Ahora, los papeles están a punto de ser firmados. Y sí, el mayor beneficiado es él, que se llevará un pastón por "los marrones" que se comió en un pasado.
Iñaki tiene claro por qué debe recibir una importante compensación económica. Fue él quien pagó el pato en el Caso Noós. La justicia determinó cinco años de condena y los Borbones huyeron. El primero, Juan Carlos. Abandonó a su yerno y jamás quiso saber de él. Doña Cristina, pese a las advertencias de Zarzuela, jamás soltó la mano de su querido.
Ahora, Iñaki pide una compensación. Guarda secretos que podrían poner en peligro al rey y a su familia, y Juan Carlos lo sabe. Precisamente por eso, ha accedido apagarle dos millones de euros a tocateja y 25.000 lereles mensuales a modo de pensión. Según Informalia, todo lo "paga el suegro".
Fotos: Gtres