Su relación nunca fue para tirar cohetes. Desde el día en que Letizia pisó Zarzuela, las cosas no han ido bien entre ambas. Sofía jamás creyó que una plebeya pudiera ocupar el corazón de un príncipe, pero no lo quedo otro remedio que aceptar la decisión de su hijo. Con aquella periodista ya en palacio, las cosas se fueron relajando. Letizia consiguió hacerse un hueco tras meses de malas caras, gestos de desprecio y miradas extrañas por parte de las infantas.
No fue fácil para la actual reina consorte. Para acceder a la familia de su amado atravesó un camino lleno de baches, piedras, curvas mortales y tormentas de todo tipo. Pero ahí está. Son ya 19 años de matrimonio y, a pesar de las crisis, hay amor entre Felipe y su esposa. Son un equipo y toman las decisiones en conjunto. Dicen que ella es la que lleva la voz cantante en Zarzuela, y eso no le hace ninguna gracia a su suegra.
Se ha acostumbrado a las normas de Letizia, pero Sofía no puede evitar sentir cierta rabia. Antes era ella quien hacía y deshacía en palacio y ese ya no es su hogar. Vive en una casa situada en el complejo en el que se encuentra el palacio, pero nada tiene que ver con el edificio principal, ocupado ahora por Felipe VI y sus chicas.
En cualquier caso, sea como sea la convivencia en Zarzuela entre Sofía y Letizia, lo cierto es que cara al público sabe comportarse. Ayer compartieron recepción en Marivent por cuestiones institucionales y aguantaron el tipo con total elegancia. Eso de fingir ante las cámaras es el pan de cada día para ambas, y si tienen que abrazarse para aparentar buen rollete, lo hacen.
La relación entre ambas no es mala, pero tampoco toman el té cada tarde en los jardines de palacio. Coinciden cuando el protocolo lo exigen y se comportan como el puesto requiere, pero poco más. No comparten confidencias ni consejos. No cocinan juntas cada domingo ni salen de rebajas entre semana. No hay complicidad aunque las cámaras muestren lo contrario.
Fotos: Gtres