Leonor ya hace vida de cadete oficial. Entrena por las mañanas, acude a clase junto al resto de sus compañeros y almuerza en el comedor de la Academia. El fin de semana lo tiene libre, y lejos de pillarse un tren con destino Zarzuela para abrazar a papá y mamá, la heredera prefiere los planes universitarios: cañas, pizzas, bocatas y risas entre colegas. Señoras y señores, la Borbona disfrutona ha despertado.
La nueva vida de la cadete Leonor promete estar plagada de sábados de farra y domingos de Telepizza. Al menos así es cómo viven la mayor parte de los estudiantes en este país, y entre ellos se encuentran los alumnos de la Academia Militar. Como al resto de mortales de esta España traviesa y disfrutona, les gusta salir y aferrarse al tirador si la noche lo reclama.
Leonor, por muy princesa que sea, se ha amoldado a la perfección a su nueva realidad. Ahora tiene colegas normales. La mayor parte de ellos no han estudiado en colegios privados ni veranean en Ibiza. Son tipos y tipas de calle, de barrio, sin cargos y sin cargas. Gente corriente que se esfuerza por hacerse un hueco en el Ejército y que, ahora, comparte bocata con la futura reina de España.
Eso dice mucho de Leonor. Sabe mezclarse con el resto sin considerar si quiera que su posición es distinta. Es sencilla y disfruta de los pequeños placeres. El domingo, no dudó en cenar con sus colegas en un bar mítico de la Zaragoza universitaria. Pagaron 170 euros a escote por una mesa plagada de pizzas y bocadillos, tal y como recoge Vanitatis.
Fotos: Gtres / Instagram