Ernesto de Hannover se ha levantado con una "hangover" ('resaca' en inglés -idiomas, querida, idiomas-) del copón tras que su culete real haya sido pateado por los encargados de uno de los hoteles más lujosos de Madrid. El todavía esposo de Carolina de Mónaco ha montado otro de sus "little numbers" (numeritos) violentos y ha acabado saliendo por la puerta de atrás, esa donde dan de comer a los gatos callejeros con las sobras del buffet libre, sin derecho ni siquiera a que el botones le lleve las maletas hasta la salida.
El aristócrata y representante de todos los guiris borrachuzos que vienen a la capital española a beberse hasta el agüilla de la Cibeles ha vuelto a sacar los colores a su pareja Claudia Stilianopoulos, la hija con nombre de ruina griega de Pitita Ridruejo.
Ernesto de Hangover decidió hospedarse en su última visita a Madrid en el famoso hotel de cinco estrellas Palacio de los Duques Gran Meliá, situado en la cuesta de Santo Domingo y a dos pasos -en zig zag, en el caso de Hannover- de la vivienda de su pareja Stilianopoulos. Allí tuvo lugar su último escándalo violento con uno de los empleados de la cadena.
La dirección del hotel, tras ver que se le acababa el papel en la lista de desplantes que Ernesto había hecho a sus trabajadores, decidió pedirle que recogiera sus cuchillos y se fuera cagando leches (su mala leche) de allí. El alemán, consciente de que se ha convertido en cliente non grato en uno de los mejores hoteles de la ciudad, tuvo que poner rumbo a otro establecimiento para poder seguir "disfrutando" (amargando a los demás) de su estancia en Madrid.