Doña Sofía parece estar harta de ser el último mono de la familia. Durante su juventud, cuando vivía bajo el mismo techo que su marido y dedicaba su tiempo a la crianza de Felipín, comenzó a sentirse sola. Juan Carlos era un hombre libre. Hacía y deshacía a su antojo. Se acostaba con otras, viajaba y no compartía ni un solo minutos con su esposa. Ella, como buena profesional, asumió su papel y calló para siempre.
A día de hoy sigue en silencio, pero la procesión va por dentro. Doña Sofía ha visto pasar su vida sin pena ni gloria. Siempre apartada, sola, lejos de su esposo y con el único cariño de su hijo. Un hijo que, como es lógico, ha hecho su vida y ahora tiene su propia familia y un cetro que sostener.
En este momento, Doña Sofía tan solo se relaciona con su hermana Irene. Es su única compañía desde hace años y así será hasta el día del juicio final. Comparten un pequeño apartamento situado en el recinto de Zarzuela y allí viven tranquilas, apartadas del bullicio de la ciudad.
Sin embargo, hay algo que parece rondar en la cabeza de la que fuera reina. Su relación con Letizia nunca fue buena, y ahora, por un motivo u otro, quiere vengarse de la mujer que le robó a su retoño. No soporta que la periodista haya tomado las riendas de la Corona y, en la medida de lo posible, intentará fastidiarla para hacer sangre.
Según ElNacional.cat, doña Sofía se reencontrará con Juan Carlos en los próximos días, cuando este aterrice en España para navegar junto sus colegas. Para avivar la polémica (y darle en los morros a su nuera), la emérita pretende citarse con su marido en la capital.
Además, las malas lenguas aseguran que también está cabreada por la cancelación de su viaje a Inglaterra. Ella quería acudir a la coronación de Carlos III, pero desde Zarzuela han vetado su visita.
Fotos: Gtres