A corazón abierto. Así ha escrito Meghan Markle el artículo titulado 'Las pérdidas que compartimos' para el periódico 'The New York Times'. En él, por primera vez, ha confesado el aborto espontáneo que sufrió el pasado mes de julio.
Una mañana "como cualquier otro día". Desayunar, dar de comer a los perros, tomar vitaminas. Sacar de la cuna al pequeño Archie, el su hijo junto al príncipe Harry de solo 1 año. "Después de cambiarle el pañal sentí un fuerte calambre. Me dejé caer al suelo con él en mis brazos, tarareando una canción de cuna para mantenernos a ambos tranquilos", explica.
In Opinion
— The New York Times (@nytimes) November 25, 2020
"I knew, as I clutched my firstborn child, that I was losing my second," Meghan, the Duchess of Sussex, writes. https://t.co/VL6lIXNuMn
Una canción, una nana alegre que "contrastaba con mi sensación de que algo no estaba bien". Pero hay sensaciones que una canción no puede calmar: "Sabía, mientras abrazaba a mi primogénito, que estaba perdiendo al segundo".
Horas más tarde se encontró en una cama de hospital, "sosteniendo la mano de mi marido". "Sentí la humedad de su palma y besé sus nudillos, mojados por nuestras lágrimas. Mirando las frías paredes blancas, mis ojos se pusieron vidriosos. Traté de imaginarme cómo nos curaríamos".
Harry no se separó de su lado, y Meghan reconoció en aquel momento "cómo se rompía el corazón de mi esposo mientras trataba de sostener los pedazos rotos del mío". Pero entonces, cuando tenemos grietas, cuando hay heridas que no se pueden curar con agua oxigenada, ¿cómo recuperarse? "Me di cuenta de que la única forma de comenzar a sanar es preguntar primero: '¿Estás bien?'"
Markle se para a reflexionar sobre nuestra vida, sobre la ebullición de las grandes ciudades, de una sociedad en la que "nadie se detiene a preguntar: '¿estás bien?'"
Finaliza el artículo con una pregunta para ella misma, para el lector, para quien quiera hacérsela: "¿Estamos bien? Estaremos".
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