Otra cosa no, pero bolsos tienen para aburrir. Por suerte o por desgracia, las hermanas sufren el mismo grado de adicción al bolsito caro. No pueden remediarlo. La pasión por el lujo la heredaron de su padre, y ahora que las dos han sufrido el latigazo del desamor, podrían dedicar los días a acariciar sus joyas de piel de poni. Toda excentricidad es poca si hablamos de bolsos, y tan solo hay que echar un vistazo al armario de las infantas para comprobarlo.
Les gusta pasearlos, mostrarlos ante las cámaras y darles un beso antes de acostarse cada noche. Elena y Cristina cuidan a sus bolsos tanto como a sus hijos. El caso de la primogénita es, incluso, más exagerado. Al menos aquellos sacos de precio incalculable la escuchan, algo que Froián y Victoria llevan años sin hacer. Los niños tiene oídos para la música techno que retumba en Ibiza, pero no para los consejos de una madre -en ocasiones- abochornada.
Se desconoce la cantidad exacta de ejemplares que custodian las infantas, pero es posible que la mitad de España pudiera saldar sus facturas atrasadas con el valor de estos bolsos. Son exageradamente caros, sí, pero ellas están por encima del bien, del mal y de cualquier coste. Juan Carlos paga, o al menos así lo hizo la última vez, cuando invitó a su familia al Four Seaons de Ginebra por 30.000 lereles.
Tal y como publica Informalia, doña Elena ha sido vista últimamente acompañada por su bolso Saddle de Dior, cuyo precio ronda los 4.000 euros. En Ginebra, lució un Kelly de Hermès que también debe costar un riñón. Riñón que, por cierto, también se gastó Cristina, que llevó un Garden Party de la misma firma a la graduación de Irene. Además, ambas cuentan con varios bolsos de Chanel en sus estanterías.
De este modo, las hijas de don Juan Carlos nos dejan claro que prefieren el calor de un trozo de tela al de un hombre de carne y hueso. Los bolsos no traicionan, ellos sí. ¿Acaso un Louis Vuitton no es capaz de curar el mal de amores? Sí, lo es, y si no que le pregunten a doña Cristina, que parece haber superado la traición de Urdangarin con 'la terapia del tarjetazo'.
Fotos: Gtres