Nosotros somos más de pasar un sábado por la tarde sentados en un banquito de un parque comiéndonos unas pipas. Pero luego hay gente como Ana Soria que se va a una plaza de toros a ver a su novio, Enrique Ponce, echarse unas corridas. De toros, entiéndenos.
Anita es para Enrique en una plaza de toros, lo que el calvo de 'Amaral' para Eva: siempre pegada como una lapa. Salvando las distancias, eso sí: primero por la repercusión (Anita es más conocida, que del calvo ni siquiera sabemos su nombre) y segundo, por supuesto, por el melenón.
El caso es que en esta última ocurrida, la Soria tuvo que abandonar la plaza a mitad de faena. Los rumores, desde ese mismo momento, no dejaron de correr como la pólvora.
Según ciertas gentes que han corrido la voz, Ana habría abandonado la plaza porque la estaban abucheando. ¿A ella? ¡Sí, a ella, desde la grada! Pero estos rumores a Anita no le han sentado nada bien, así que fue corriendo a su Instagram (que ahora es influencer) para aclarar lo que pasó.
Al parecer, como escribió en sus Stories, todo habría sido inventado, y la muchacha únicamente habría salido de la plaza porque se encontraba mareada. Normal, hija. Si a mí me marea ver mi sangre cuando me hago un corte con un folio, no me quiero imaginar a ti, en la plaza, con un animal chorreando sangre a borbotones y, aún así, seguir dale que te pego. Es para acabar malita, ¿no?
También ha querido agradecer a esa gente que mostró su cariño con ella y, sobre todo, que "nada de lo que se ha dicho es verdad". Lo que no sabemos, y fíjate que creo que nos vamos a quedar con la duda, es si al final echó la papilla o no. Después de esto, por supuesto, quiso reafirmar su amor por el torero, que en la foto lleva más sangre que Jack el Destripador en el delantal.
Con esta foto quiso acabar demostrando que está más unida a su Enrique que los que cantaban 'Cocoguagua'. Los Enrique y Ana originales, vamos. Aunque eso, Anita Soria, tú no lo has conocido. Dile a Ponce que te explique.
Imagen | gtres