Mucho me temo, poproseros, que algunas rupturas son definitivas y el culebrón dura entre poco y nada. Por ejemplo, la de Justin Bieber y Selena Gomez, que a pesar de que se les ha acabado el amor hace cuestión de días, parece que el asunto es más definitivo que la Constitución. Y de enmiendas nada, o al menos, después de ver cómo ha terminado ella su última reunión, creo que como mucho habrá una moción de censura.
Parece que anoche mismo, Justin y Selena quedaron a cenar, quizá para ver si había alguna posibilidad de reconstruir lo suyo. Pero no les dio tiempo ni a pedir el pan de ajo, porque diez minutos después de entrar al restaurante, salieron como alma que lleva el diablo y cada uno se largó en su coche. Pero lo más chungo estaba por llegar.
Y es que Justin hizo uno de esos gestos que a muchas de nosotras – a mí, sin ir más lejos – nos dejan tonticas cuando estamos de bronca con el respectivo: fue derecho a casa de Selena, y le suplicó que le dejara entrar para hablar con ella. Ahora bien, algo ha debido de pasar y muy gordo, porque ella le mandó a la porra y dijo que ahí no entraba ni Rita. Así que me da en la nariz, poproseros, que hay algo bajo la superficie que todavía no sabemos.
Vía | Celebrity Gossip
Foto | Facebooks oficiales de Justin Bieber y Selena Gomez
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