Las vidas de los famosos nos dan envidia. Eso de que muchos no tengan que madrugar todo lo que madrugamos los demás, o que puedan hacer excursiones mientras tú miras a la pared blanca de la oficina mientras aguantas a pesados... ¿Que a qué viene esto? Pues que me ha dado algo viendo a los Beckham y su 'dolce far niente'. Quiero ser como ellos. O que me adopten, que también me valdría.
El jubilado perfecto
Nuestro David Beckham, el alegre jubilado, que entre posado en calzoncillos y presentación de whiskey se da unas vueltas en su moto, cámara incluída.
No me digáis que el sitio de descanso no es la cosa más idílica del mundo. Una especie de cutre-cuqui en medio del desierto.
Con esa noche de hoguera que pide unos choricillos ahí en la barbacoa... aunque tela el momento bichos que tiene que haber por ahí.
Si Victoria fue (que está por confirmar) sí que la veo en el tipi ahí en el medio. Es un poco como el de la baby-shower de Kim Kardashian pero de verdad, al aire libre.
Y después de una noche muy campestre, muy de me va a salir un indio o un vaquero, ya quiero una ducha y volverme a casa. Ay, un Beckham polvoriento del desierto.
Después vida en familia
Y la vuelta a casa implica interacción con los niños de sus ojos, así que mientras aquí estamos con tiempo de Mordor de arriba, ellos salen a pasear por las colinas Californianas, y David va con mochila porque Harper se cansa fácil. Morir de amor es poco.
Y al no tener que viajar de partido en partido tienes más tiempo para tus nenes, y te los llevas a primera fila del baloncesto donde se sacan una foto con Mayweather, el campeón de boxeo, que ahí parece poco fiero.
Pero mira, vamos a morir de amor con el domingo artístico de Harper Beckham. Esa niña apunta maneras, aunque esté manchando ese vestido tan ideal.
Vía - Instagram David y Victoria Beckham
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