Una cosa es que nos metamos con la Iglesia y su manía de meterse donde no le llaman en los terrenos de la música (lo digo por lo de considerar a Madonna como el diablo personificado y encarnado en una rubia que bota por el escenario). Y otra muy distinta es que, a sabiendas de como es la iglesia con los temas de enseñar escote o pantorrilla en sus santuarios, vayas Rihanna con toda la jeta y pretenda entrar igual que como sale en los Videoclips.
Claro. Le han dicho que se recate un poco y que les da igual que sea Rihanna que la mismísima reina de Java: que en la casa de Dios, una tiene que entrar bien vestida y recatadita, que nada de ir provocando. Y eso es lo que le ha pasado a Rihanna, ahora que ha estado en Venecia y ha querido ir a visitar la basílica de San Marcos.
Después del típico paseo en góndola, Rihanna quiso echarle un ojo a la basílica por dentro. Pero claro, iba vestida con un vestido corto (valga la redundancia) que dejaba hombros y piernas al descubierto y permitía ver el sujetador de la cantante, que para más inri todavía era de piel de leopardo.
Y claro, imaginaos la cara del sacerdote de turno que estuviese en la puerta vigilando cuando la viese entrar. Primero, que dudo mucho que supiese quien era Rihanna, por lo que la otra ya había perdido puntos en eso de: no, es que yo soy famosa… y segundo, que imagino que según subía la vista desde los pies se iba escandalizando más y más y al llegar al estampado de leopardo, al pobre se le pondría la sotana roja de vergüenza.
Solución: o se tapa o no entra. Y claro que le toco taparse, no le tocaba otra.
Vía | Levante
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