Me encanta Lady Gaga cada vez que se come el suelo. Estoy seguro que con las plataformas que gasta y los vestidos de celofán que cada dos por tres le dejan sin oxígeno en la cabeza, la pobre tiene que estar más que acostumbrada a besar más el suelo que en santo Papa cada vez que coge un avión. Igual hasta no lo sabemos y tiene que dar un cursillo sobre como salir al paso cada vez que los tacones le juegan una mala pasada, porque hay que ver que hasta para salir de esas Lady Gaga le echa imaginación al asunto, que otra hubiese perdido perdón y se hubiese sacudido el polvo para seguir cantando. Pero "otra" no es Lady Gaga. Ella es mucho más que todo eso y lo sabemos.
¿Un ejemplo? Pues su último concierto en Houston (tenemos un problema), en el que estaba cantando subida a un piano y a una banqueta, parece que el equilibrio decidió irse en ese momento al backstage a echarse un cigarro y dejó a Lady Gaga por los suelos como una lombriz. ¿Y que hizo ella? Pues lo que hacen las lombrices, se abrió de patas y mientras el piano ardía, se puso a reptar hasta que pudo ponerse en pie. Si otra cosa no pero bien enseñada a Lady Gaga la tenemos desde que era una cría.
Así ganan los dinerales que ganan sus managers con ella, porque como se ahorran un pastón en los seguros médicos y de accidentes...
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