Sin duda ha podido ser uno de los acontecimientos del año y mira que quedan pocos días para terminarlo. Y no es porque Lady Gaga se haya dignado a pisar tierras ibéricas, que va, que quizás eso sea lo de menos. Es más por el paripé y lo rocambolesco de todo lo que le rodeó que por el propio concierto en sí que, como os habréis enterado ya a estas alturas, fue digno de haber grabado en vídeo aunque no sé si tanto como para haber pagado 75 euros e ir a verla en directo (seguro que alguno de vosotros fue y nos lo puede contar en persona).
Este se supone, bueno, no se supone, es el último concierto de su gira Monster Ball Tour en la península y como no podía ser de otra forma, arrasó en cuanto a gente que se tiró de los pelos como groupies por ver a la Gaga cantar en viva voz el Paparazzi que tantas y tantas veces te pones en tu iPod cuando sales a correr, en el Palacio de los Deportes de Madrid. Pero ahí está el problema, que había tanta gente que quería acercarse a ver toda la performance, sus bailarines, a ver si se atrevía a salir vestida con filetes de merluza al escenario… que no había aforo para tantas personas y mucho menos entradas ¿solución? Pues nada, inventémonos entradas, falsifiquémoslas y hagamos también nosotros nuestro último negocio del año. Y así fue efectivamente.
En total se supone que han sido unos 400 fans (y digo fans porque la mayor parte de ellos habían pagado entre los 75 y 140 euros por la reventa de estas entradas y llevaban compradas algunas desde hace casi un mes) los que se tuvieron que quedar en la puerta con el corazón en un puño cantando por lo bajo ‘Telephone’ mientras esperaban que alguien les dijese: venga, que no pasa nada, entrad y botad con el resto de la gente. No sucedió así, obviamente. Lo único que han podido hacerles es ofrecerles una vía (lo digo por si tú eres uno de esos afectados) de reclamación para poder recuperar el dinero de sus entradas y una caja de pañuelos para sonarse los mocos, porque era o eso o quedarse calvos cual culo de una mona por tirarse de los pelos. Pobres.
Pero para los que no estuvieron en el concierto (como yo) o los que si estuvieron pero tenían tal estado de embriagadez por poder tener a escasos kilómetros (o metros si fuisteis afortunados) a Lady Gaga meneando las caderas y subida en unas plataformas que me río yo de la obra que están haciendo en frente de mi casa y de las grúas, duró como unas dos horas más o menos y en ella tocaron todo lo tocable: que si Telephone, que si Poker Face, que si Ale Ale Alejandro… vamos, todo el Gaga repertorio al concierto y con un show de luces, bailarines, estatuas ardiendo y enormes muñecos con forma de monstruos, vestidos imposibles y peinados que ni Llongueras se atrevería a meter mano, que realmente merecían la pena ver, aunque fuese pagando el pastizal que había que pagar.
Lo único que a mi parecer podría haber sido un poco prescindible es que a Lady Gaga cuando le dan cuerda, no hay quien la pare. Y se marcó un par de discursos que telita con los de la primera fila, seguro que alguno estuvo a punto de saltarle a la yugular bajo el grito de: ¡Pero quieres ponerte a cantar ya! Que sí todos llevamos un pequeño artista dentro, que si odia a todas las que hacen playback, que si nos lo proponemos podemos llegar lejos (en plan libro de autosuperación pero con dos muñecos detrás ardiendo, que es como mucho más motivante todo)... y aun así, triunfó como los chichos.
Una pena que parte de show estuviese empapado de la mancha de la estafa pero… c’est la vie pequeños monstruitos.
Vía y foto | Musikorner
Vídeo | Youtube
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