La lió pardísima, para qué vamos a decir lo contrario. Hace unos días Joaquin Phoenix tenía programado dar uno de sus “conciertos” (¿?) en un club de Miami, el caso es que llegó cuatro horas tarde. Sí, sí, nada de 10, 15 minutos propios del “artista”, cuatro horitas tuvo esperando a la gente que estaba ahí, sin otra cosa mejor que hacer, queriendo ver su espectáculo rappero.
Vamos que cuando llegó, no podía pretender que le acogiesen con los brazos abiertos y uno de los espectadores comenzó a abuchearle. Además, hay que añadir que en el momento que comenzó a cantar no se le entendía absolutamente nada, sólo balbuceaba y emitía soniditos propios de su vuelta al estado primitivo del hommo sapiens. Así que ni corto ni perezoso y ante semejante falta de cariño y despropósito de ese fan, Phoenix se abalanzó sobre é y se convirtió en una batalla campal a puñetazo limpio, que terminó cuando los guardaespaldas se llevaron al reconvertirdo cantante del local.
En resumen, esperar cuatro horas para que a los cinco minutos se lo tengan que llevar por la fuerza, ¿esa gente no tiene casa en la que estar en lugar de estar perdiendo el tiempo? Curioso.
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