Kim Kardashian tiene que trabajar muy duro (o que lo hagan por ella) para poder costearse la grúa que le limpia su espectacular booty después de plantar un pino: es técnicamente imposible que le llegue el brazo a los puntos secantes de su perfecta línea trasera para conseguir una higiene óptima. Está claro que es por eso que la influencer por antonomasia (hasta decir 'hashtag') no para de diversificar su negocio y así mantener sus ingresos de millones y millones de euros mientras que algunos lloramos de felicidad con recibir un Bizum de cinco euros.
La ex de Kanye (el más cani) West cerró hace unos meses un contrato millonario con la firma de lujo Fendi. Su marca de ropa interior cuyas prendas moldean las siluetas femeninas como si fueran las manos de Patrick Swayze en 'Ghost', Skims, llevará el apellido de la empresa italiana de bolsos carísimos en una colección con la que la propia Kim (llama, grita, si la braga el Pepe irrita) ya ha posado en sus redes sociales.
Esta línea de productos está inspirada en unos bocetos que Fendi presentó en 1979, cuando la gente solo hacía bailes absurdos en los guateques (y no en Tiktok) y las únicas redes sociales que existían para ligar era el pedir un mechero para fumar dentro de cualquier garito. El precio de los trapitos varía entre los 100 dólares que cuesta el sujetador más baratito de la colección hasta la friolera cifra polar de 4.200 en los que está valorado el vestido de cuero que la Kardashian lució en los premios de la revista WSJ.
El lanzamiento de esta primera colaboración entre ricachona americana y firma italiana de precios disparatados ya reportó el martes 9 de noviembre a la cuenta corriente (de todo, menos corriente) de Kim Kardashian un millón de dólares, ¡en tan solo el primer minuto! Vamos, que la cifra ha ido subiendo a la velocidad de una tarifa nocturna de cualquier taxímetro. Según la revista Forbes, Skims (no el juego de PC en el que se juega a la vida, sino la empresa con la que Kim se la juega) ya está valorada en mil millones de dólares y subiendo, ya que la fortuna de la reina de los realities (lo siento, Sofía Suescun) alcanzaría el billón de euracos.