Ni los niños la noche de reyes se vuelven tan locos al ver un traje rojo como se ponen los periodistas al ver a Kate Moss. Vamos, llego a ser yo ella la que está en el aeropuerto y me empieza a pasar lo que le pasa a ella con su hija al lado que ya puede venir la policía montada de Nebraska a detenerme, pero seguro que algún carrito se me escapa contra la cara de un paparazzi. Porque no hay derecho, leches, que una cosa es ejercer la profesión, y otra muy distinta tratar a los famosos como si fuéramos de safari al Congo, que solo les falta echarles cachos de carne para que, mientras que se los comen, les puedan hacer fotos.
La última movida, que por cierto ha generado un debate increíble en Internet sobre si endurecer o no las medidas para respetar la privacidad de los famosos, la han tenido Kate Moss y su hija cuando entraban en un aeropuerto. ¿Vosotros veis normal que por culpa de las cámaras tenga Kate que esconderse detrás de un carrito para que los paparazzi no arrollen a su hija? ¿O tener que coger carrerilla y amenaza con arrollar con su carro a aquellos que se cruzan en su camino para que pueda llegar al check-in?
Y por dios, que no iba sola, ¡qué llevaba a su hija encima del carrito!. Pues nada, que si quieres arroz Catalina. La foto al precio que sea, que si con ello conseguimos que Kate Moss se la pegue contra un mostrador por no poder levantar la vista porque los flashes la ciegan… pues mejor que mejor. Igual hasta conseguimos sacar en la foto el momento en que se parte la nariz. Penoso.
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