Hay famosas que me provocan sentimientos encontrados. Kate Moss está a la cabeza en esa lista. A nivel personal me parece una cabeza loca de tres pares que ha tenido mucha suerte de que no se le haya ido la mano en una noche loca, pero a nivel profesional me pirra. Y desde que la vi en el videoclip que grabó para The White Stripes me hice fan. No sé qué tiene para seguir siendo una de las modelos con más tirón a pesar de los años, pero la tía es una bomba.
Con treinta y nueve añazos se ha plantado en la portada de la nueva edición de Esquire después de 17 años sin salir como prota en una revista masculina. Ahí es nada. Y como si no hubiera pasado el tiempo. Kate se come a la cámara y tiene una presencia capaz de sacar adelante un estilismo tan chungo como el de la malla de stripper con un chaqué blanco. Me lo pongo yo y parezco la domadora de un circo de pulgas semi-erótico.
Lo que me gusta menos es el maquillaje que le han plantado, me da la sensación de que se les ha ido un pelín la mano con el colorete para realzarle los ángulos de la cara, algo que Kate por otro lado tiene más que marcado. Le hace parecer un pelín demacrada y no me convence mucho, pero la portada tiene un rollo súper sexy y un pelín turbio que me encanta. ¿Y a vosotros?
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