El que es guapo, es guapo aquí y en la china y lo es de Armani, de Gucci, vestido, desnudo, haciendo el pino puente o con unos vaqueros ajustados, camiseta corta blanca y sudando la gota gorda mientras corre (por ejemplo). Eso mismo es lo que le ocurre a James Franco, que me he dado cuenta de que ya le pueden sacar como le saquen que al chaval es imposible pillarle con un mal día y decirle: pues mira, hoy no sales tan guapo mozo, hoy como que te veo un poco desfavorecido. Porque si no se arregla, porque tiene ese toque de macarra rebelde estilo urban-pijo-fashion y si se arregla porque el traje le sienta como un guante y da gusto verle de Gucci luciendo corbata. Borracho tiene cara de niño y recién levantado dan ganas de comérselo… así que no hay forma de agarrarle por ningún lado. Es guapo y punto en boca.
Por eso los de GQ, que no son tontos, se aprovechan de ello y le sacan siempre que pueden en algunos de sus reportajes. Ya sea como el estilo de los famosos, como el estilo de los más guapos, como el estilo de los asistentes a los Óscar o sencillamente como el estilo de James Franco, que también se ha ganado él solito todo el derecho a tener una portada a todo color en la que poder enseñar al mundo esa sonrisa que debería estar prohibida porque es capaz de derretir el casquete polar en unos segundos.
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La sesión de fotos correrá a cargo de Inez Van Lamsweerde y Vinoodh Matadin y será la gran apuesta de GQ Style y GQ Australia pero… ¿cuáles son los motivos que defienden ellos para sacarle? Pues más o menos, los mismos que nosotros:
Si hablamos en términos de alarde y neurosis, James Franco es para mí terriblemente emblemático. Es artístico, comercial, creativo y famoso. Su cara se encuadra dentro de los clásicos ídolos de la pantalla, poniéndose a la altura de James Dean. Él es una estrella del rock, un artista y una estrella de la pantalla en uno solo. Un perfecto imperfecto hombre moderno.
Que dicho de manera pomposa y retórica viene a ser algo parecido a lo que hemos dicho aquí en Poprosa de él. Que gusta, que mola, que tiene un rollo que cae bien a la gente y que además se enrolla con todo el mundo. Vamos, el hijo que cualquier madre quisiera tener ¿verdad?
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