Cuando creíamos que el 2022 no podía superar en surrealismo a un 2021 lleno de catástrofes naturales como el volcán de La Palma, las cuarenta variantes del coronavairus y la brecha entre las Campos, ha llegado Madame de Rosa con su fiestón de 40 cumpleaños y lo ha hecho. Un propósito llevado a cabo este fin de semana y, como intuiréis, nada fácil de cumplir. Angelita ha demostrado que no hay meta que una influencer con sus millones de euros en el banco (conseguidos a base de likes de la peña en Instagram) no pueda alcanzar.
¿Cómo definir este evento al que han asistido personajes de la jet set del postureo como Dulceida, Pelayo Díaz, Anita Matamoros, Nagore Robles, Anabel Pantoja, Jedet o María Pombo? Yo diría que ha sido una mezcla extraña entre una película de Tim Burton, una comunión al uso (con los dos vestidos intercambiables de su protagonistas), la gala del MET pero en su versión del LIDL y un evento que iba a celebrarse en un chiquibolas pero, al estar ocupado en la fecha, se hizo en el lujoso hotel Westin Palace de Madrid.
Como os decía, Ángela Rozas Sáiz (conocida como Madame de Rosa) se montó un fiestón a lo grande donde lució dos vestidos diferentes y demostró que la crisis de madurez de los 40 puede llegar incluso antes de soplar las velas. Primero, la influencer vistió un vestido rojo con un saco de dormir de Quechua incorporado (una gran idea para cuando te entran los bostezos en la discoteca) a modo de mangas y unas transparencias adornadas con chuches de regaliz rojo disecadas. Un diseño que debe ser patentado por su creador, Roberto Diz.
Con este modelito rojo, la Madame de la fiesta hizo su entrada triunfal a modo de narcisismo exacerbado en el comedor donde estaban ya poniéndose púos a comida y bebida sus invitados, que parecían aplaudirla obligados al ser consciente de los dinerales que se ha dejado en esta party que podría ser perfectamente la puesta de largo de los 18 años de la hija de una familia rica de la Moraleja.
Más tarde, De Rosa se cambió el look a lo Madonna por un body negro tipo blazer con adornos de tul azul con el que parecía haber sido vestida por su mayor enemigo. Vamos, que más que celebrar su cumpleaños, yo lo que creo es que Ángela quería estrenar dos modelitos que se compró un día de impulsividad compradora y que no tenían encaje ni en la alfombra roja de los Oscars (que, por lo que sea, no la suelen llamar).
El evento, patrocinado por marcas que han prestado sus servicios para tener un poco de publicidad (siendo un evento con famosos e influencers no podía faltar el gorroneo como invitado estrella), contó con las actuaciones en directo de Dj Nano (un pinchadiscos que debe el boom de su nombre a los tiempos mozos de Rafa Mora, que decía eso de "qué pasa nano, qué dices tete"), un grupo de flamenco y otro de Gospel. Un no parar de darlo todo en la pista de baile plagada de invitados vestidos de negro, blanco o ambos colores (el "dress code" de la fiesta).
Tal y como se puede ver en la miniatura de esta imagen, todos los invitados "se hicieron test de antígenos". Quizás por eso, Dulceida (que se puso muy Pedroche esa noche) decidió que si ya iba a tener que soportar el mal rato de meterse un palito por la nariz ante todos los presentes, que también fueran testigos de la otra tirita que lleva incrustada en alguna parte de su cuerpo (el tangazo) gracias a este vestido de transparencias color negro que se calzó. Eso de preocuparse por si se transparentan las braguitas negras ya no es trendy por lo que se ve.
