Esto ya se veía venir. Como bien dijo mi compañera Audrey, las hay que tienen de profesión ser famosa sin más, y creedme que con eso se llega para comer, cenar, desayunar y todavía te sobra para guardar en tupperwares y repartir a los vecinos. Vamos, que no se pasa hambre vendiendo exclusivas en este nuestro mundo (ejemplos nacionales los tenemos en Belén Esteban, por ejemplo).
Pero las hay que intentan, de alguna forma, hacer sus pinitos en mundos que igual les vienen un poco grandes. Así podemos encontrarnos a las que intentan cantar sin tener ni pajolera idea, las hay que cocinan cuando apenas saben como hacerse un huevo frito de puertas de su casa para dentro, o incluso alguna presume de grande dotes empresariales cuando en verdad quiere decir que puede costearse a grandes empresarios que le hacen el trabajo sucio, poniendo ella su cara bonita y su sonrisa preciosa (no, no quiero decir nombres). Pero lo que últimamente se ha puesto tan de moda no es ninguna de esta tres cosas, que va.
Ahora lo que se lleva es creerse Coco Channel y no tener ni pajolera idea de como conjuntar una blusa con un falda. Y los diseñadores están que trinan, como podréis imaginar.
Grandes artistas internacionales de la talla de Dolce & Gabbana o Viktor & Rolf han declarado la guerra a esas pequeñas asesinas de la moda, pues consideran insultante que gente como Kate Moss o Lindsay Lohan vendan más que ellos sólo por su nombre. ¿Es insultante? Posiblemente ¿Es cierto? Como la vida misma ¿Da pelas? No os lo podéis imaginar…
“La gente debería ceñirse a eso que saben hacer. Personalmente me duele porque es como si te dijeran que puedo vender más ropa gracias a mi nombre y a mi marca que tú, aunque seas mejor diseñador”
Que sí, que es indignante el intrusismo laboral de hoy en día pero, leches, que parece que nacieron ayer, que esto lleva pasando desde que el mundo es mundo y si encima le sumas que estamos en una crisis de tres pares de narices, normal que la gente se intente llevar a la boca el pan aunque tenga que hacer encaje de bolillos con los codos. Sí, aunque sea Paris Hilton, la tipa también tiene sus necesidades fisiológicas que a de cubrir de algún modo.
Por ello, varios diseñadores se han querido rebelar mostrando imágenes de sus talleres y de la gente trabajando cada una de sus propuestas a mano y con mucho dedicación. Unos de los pioneros (y mas cabreados por todo esto) han sido los italianos Dolce & Gabbana, quienes, durante su último desfile en la semana de la moda de Milán, optaron por proyectar imágenes de diseñadores diseñando y cosiendo en sus talleres, en contraposición a todo el culto a las celebrities convertidas en diseñadoras.
Pero, sinceramente, no creo que con eso consigan nada. Ellas tienen fama, la fama vende y hacer sentir a la gente famosas, y la gente famosa se siente importante, y la gente importante realmente no valora que es ir bien vestido o mal vestido siempre y cuando le pregunten y al responder: “un modelito de la nueva y exclusivísima colección de Paris Hilton” consigan arrancar una mirada de envidia o una sonrisa de deseo. En el fondo somos tan primitivos… y contra eso, queridos diseñadores, no se puede luchar. Nadie lucha (y sale victorioso) en una guerra contra el dinero.
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