Madre madre, me parto de la risa, me meo toa. Lo de Lindsay Lohan es un no parar, un derroche de liada tras liada y de consecuencia tras consecuencia. Si hace unos días nos enteramos que había vuelto a ser condenada a cuatro meses prisión (aunque sacó la billetera para la fianza) tras llevarse un collar como quien no quiere la cosa de una joyería, ahora nos enteramos de mucho más por lo que tendrá que pasar esta joya de la corona hollywoodiense.
El caso es que si la cárcel no era suficiente, su condena tiene mucha más tela que todo eso, ya que se le han impuesto 480 horas de servicios a la comunidad por haber incumplido su libertad condicional, derivada de conducir puesta hasta las patas y borracha como un piojo.
Eso sí, ojito a lo que le va a tocar hacer...
Así además de estar en barrios de mujeres marginales (donde como te despistes, nena, te van a dar para el pelo cosa mala), va a tener que limpiar la morgue de Los Ángeles. Sí, sí, donde se almacenan los cuerpos de los muertos... Un trabajo de muerte totalmente, en el más estricto sentido de la frase.
Eso sí, ya se ha aclarado que ella no limpiará propiamente los depósitos donde se almacenan los cuerpos, sino que se encargará de barrer y fregar los suelos para que queden bine lustrosos y vacío de los cubos de la basura... Para morirse de la risa, que se dice...
Vamos, que ni me extraña que haya recurrido la sentencia y que no esté de acuerdo, aunque a mí me parece muy proporcionada, qué queréis que os diga, mira eso que vas a ahorrar en manicuras, ni te van a hacer falta, la lejía te va a dejar las manos y las cutículas divinas de la muerte...
Desde luego lo de Lindsay Lohan es un caso de manual, de las que ponen un circo y le crecen los enanos... o se le mueren...
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