Demi Moore no lo está pasando nada bien, las cosas como son. Por mucho que los medios se empeñen en decir que la nena está levantando cabeza y haciéndose la fuerte ante las adversidades, es todo mentira. Esta mal y va a peor. Y no lo dicen las malas lenguas, que va. Lo dice nada más y nada menos que la sangre de su propia sangre que, todo sea dicho, son las que más sufren las idas de olla y los llantos de Demi: sus propias hijas.
En enero ingresaron a Demi Moore, y las hijas que tuvo con Bruce Willis, Rumer, Tallulah y Scout, no se separaron de su lado. Le ayudaron a superarlo, estuvieron ahí cuando más lo necesitaba... vamos, su mejor apoyo. Pero claro, estas cosas acaban cansando y más cuando lo que hasta hace unos años era tu madre y ahora se ha convertido en algo parecido a una hermana pequeña. Y las hijas, que se huelen que esto va a peor, han decidido distanciarse.
Demi está muy necesitada últimamente, y las chicas están cansadas, quieren una madre y no una hermana pequeña. Todas ellas son conscientes de que va a recaer y tendrá que volver a rehabilitación, y ellas no pueden con ese estrés y preocupación
Y no solo eso, sino que además les echa en cara que no entiende como siguen teniendo una relación tan cercana con su padre. Le duele, está herida, necesita ayuda y sus hijas ya están cansada... ¿soy el único que teme por la integridad física y mental de Demi Moore?
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