Si hay algo que me encanta de ciertas revistas es la capacidad que tienen para combinar colores de tal manera que todo es del mismo tono, y claro, te encuentras situaciones en las que parece que lo que les ha sobrado del vestido de Gwyneth Paltrow lo han utilizado para forrar las letras. O lo mismo el vestido era blanco y le han dado al tinte en los dos lados. La cosa es que va ideal de la muerte a juego con la cabecera.
Lo mío con Gwyneth es admiración, porque da igual que se ponga una lagartija encima o se vistiera de cursi con un vestido que le venía grande en la zona de las mamellas para recoger el Oscar, es monísima y punto. Será esa sonrisa angelical que tiene siempre instalada en la cara, o ese aspecto frágil que a mí me recuerda un poco a Audrey Hepburn pero en rubio.
Si os pasáis a ver las fotos, mira que le han dejado rarunos los ojos con el maquillaje, pero sigue perfecta y nos cuenta un poco que ya se le ha pasado esa fiebre de la comida macrobiótica que la tenía obsesionada, y que el “culpable” fue el embarazo, que se pasó casi los nueve meses empachándose de helados y mira, oyes, que por un nonato haces lo que sea y ya luego te quedas los hábitos y el aprender a disfrutar de la vida, que es lo más importante.
Vía | InStyle
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