Esta es una de estas situaciones irreales que sólo se pueden dar en un anuncio. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, por muchas razones, vamos, porque yo soy esa jovenzuela pizpireta y os aseguro que el helado aguanta... pero yo me derrito con Bradley Cooper. No puedo ni imaginarme que alguien pueda resistirse a sus encantos en situación tal, por lo menos alguien que esté en sus cabales.
Porque vamos a ver, sí, lo confieso, sacaría todas mis mañas para llevarme a Bradley Cooper a una habitación los dos solos pasando olímpicamente del fiestorro, pero por mucho que me gusten los helados, por muy golosa que yo sea os aseguro que dejo derretir el helado que sea, por tentador que sea y procedo a saborear a lametones al dueño. Sí, así lo he dicho, ha sonado un poco a piropo de andamio, mis disculpas.
Ella es una mala persona, desde luego, porque con el trabajo que le ha tenido que costar colar un helado en una fiesta de tal postín, que no lo veo yo lo suficientemente cuqui como para que se lo hayan dado los camareros, va y engaña a un playboy para robarle lo que tanto le gusta. Bradley, vente conmigo... no me iba ni a enfadar si no lo quieres compartir conmigo... que seguro que te quedan los labios fresquitos. Vale, ya lo he vuelto a hacer.
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