Lo tengo claro, clarinete, si las miradas matasen la de Adriana Lima en el Vogue Brasil de Febrero sería un clarísimo ejemplo de muerte súbita, o de un arma de destrucción masiva. Qué profundidad, qué encanto con tan poco, y, sobre todo, pero qué guapa guapérrima es la joia.
Si es que tener a Adriana Lima en una portada, en una campaña, luciendo minilencerías picantes, en lo que sea, es éxito asegurado y cuanta menos ropa mejor, ¡qué cosa! Pero he de reconocer que que esta portada me ha cautivado especialmente y no es por ese plumaje que me lleva al cuello que fijo que es buenísimo para aislar de los fríos invernales estos que tenemos por estos lares, aunque yo sigo prefiriendo la lana. Es que esa mirada me ha dejado tonta perdida.
Desde luego, nena, tu marido se tiene que preguntar cada noche cómo pilló semejante chavala, porque yo lo tengo claro Adriana es mi Ángel favorito a todos los niveles con mucha diferencia.
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